Aplicaciones inter-operables al servicio de los contribuyentes
Oportunidad y buen humor
Hay varios servicios electrónicos que, para funcionar adecuadamente, necesitan de otros sobre los que se construyen. Algunos de esos servicios no tendrían éxito sino pudieran montarse sobre una red de usuarios ya amplia, ya establecida. Sin contar con esa base de usuarios potenciales, posiblemente serían solo “una buena idea”.
Un ejemplo de ese tipo de servicio sería, por ejemplo, la controversial aplicación “Bang With Friends” que interactúa sobre la base de Facebook y que, en corto, permite que un usuario seleccione sus amigos o amigas en la red social con quienes esperaría un encuentro casual del tercer tipo, del que el otro extremo, el objeto del deseo, solo se enteraría si también es usuario de la aplicación y selecciona al amigo o amiga. Si los dos, discretamente coinciden, pues encuentro arreglado, si no hay interés mutuo, nadie se entera. Más allá del interés, mucho o seguramente poco, muy poco, que los y las administradores tributarios podrían tener en tan peculiar servicio, ilustra la dependencia del mismo en la plataforma. Para funcionar se necesita una red de usuario previa, con una red de contactos previa. De hecho, para la gran mayoría de sus contactos, aun de aquellos que opten por suscribirse al servicio por curiosidad científica, su inscripción al servicio permanecería secreta.
Caminando por las calles de Buenos Aires, la bella y estupenda ciudad que visitamos durante la Asamblea General del CIAT de 2013, no nos sorprendimos de ver inundada la ciudad con las “manchas” de la AFIP, aquellas sobre las que comenté en un post anterior: Y ¿Seguro no tenés nada que contar sobre esa Ferrari?. Se encuentra en restaurantes, en farmacias, en el supermercado del chinito de la esquina y aun en los taxis. El alcance de la medida, al menos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es importante, y está ahí. Algo así como aquella red social con sus ya muchos, muchísimos usuarios.
Por supuesto, tienen una utilidad tributaria, y algún ciudadano ya habrá utilizado la aplicación móvil para leer la macha QR, y comprobar la inscripción del contribuyente, o reportar una venta sin factura, o la presencia de más personal que el que se reporta como empleador en la seguridad social. Pero la capacidad de inter-operar, es enorme. Los servicios que podrían construirse sobre ella son interesantísimos. Algo así como el “cuadrar con los amigos” sobre la red social.
Pensemos, por ejemplo, en una herramienta que, a través de los servicios de la AFIP y con pocas extensiones, permitan a los contribuyentes, presentar quejas como consumidores en el local de compra. Quejas, cuya caracterización y destinatario estarían determinados por la actividad económica principal del contribuyente vendedor, y que lo mismo podrían atender temas de calidad de productos, venta de productos no autorizados, caducidad de medicinas, condiciones de sanidad. También podrían, al capturar la mancha en el ingreso de un local nocturno, verificar con las autoridades de la ciudad, si el mismo cuenta con los permisos de bomberos, u otros sanitarios cuando apliquen, y la capacidad máxima de usuarios considerados seguros. Incluso, podría verificarse, si el show del día está autorizado, cuenta con resguardo de la fuerza pública y el aforo permitido. En otro ejemplo, el usuario de un taxi podría, consultar los datos del taxi o el conductor, con foto incluida, y a través de las facilidades de ubicación de GPS en aquellos equipos inteligentes que lo tengan disponible, reportar el lugar don de tomaron el vehículo.
Sin duda, todos estos servicios podrían implementarse por su cuenta, por cada organismo estatal. Pero el esfuerzo para conseguirlo debería repetirse varias veces. Por eso, la Administración Tributaria estaría en posición de facilitar a través de su plataforma esos servicios, y en la aplicación móvil, junto al botón con que denuncia una venta sin factura, podría reportar una queja de otro tipo que sería compartida con la entidad apropiada.
Quedarían por resolver los temas de cooperación y convenios, y verificar las formas en que esa cooperación no vulnere garantías de protección de datos bajo sigilo tributario, pero, creo, serían servicios que muchos ciudadanos agradecerían. Si tanto o más que aquel “cuadremos con amigos”, estaría por verse.
Saludos y suerte.
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1 comentario
Excelente artículo Raul. Lo que propones sería para colmo de todo particularmente sencillo de implementar. Ahora bien el éxito de una aplicación similar dependería tambien mas alla de la solución misma de la existencia de una cultura de cumplimiento en donde los contribuyentes efectivamente decidieran su consumo basado en el hecho de que el establecimiento cumpliera con las normas. Desgraciadamente el ver como los ciudadanos parecen favorecer el comercio informal parecería indicar que aun queda mucho camino por andar en la formación de dicha cultura.