El Pacto Social – Parte I
La desorganización social, derivada de las calamidades que en la actualidad afectan especialmente a las clases menos pudientes, está agravando el deterioro del orden que regula la convivencia social con no pocas violaciones al Estado de Derecho.
A través de la historia, muchos han sido los detonantes de injusticias, que llevaron a corroer la poca armonía existente en la humanidad conviviendo en un entorno de alteraciones naturales, que menguaron su población y han puesto dudas en la supervivencia de la especie, la pandemia COVID 19 es sido uno de ellos en el siglo XXI.
Los servicios que presta el Estado aparecen como principales responsables de las angustias sociales: la sanidad tal como lo muestran los indicadores de mortalidad de la pandemia, no ha sabido cumplir con eficiencia su propósito de preservación de la vida; la educación tampoco ha contribuido eficazmente en momentos críticos, con una cultura para la convivencia en armonía y la seguridad -esencial servicio- ha sido y sigue siendo insuficiente para controlar la seria amenaza que representan las derivaciones criminales de actividades ilícitas como el narcotráfico y las que resultan del desempleo y la pobreza.
¿Cómo se ha llegado a la disociación de un orden cuyo acuerdo (si es que alguna vez lo hubo) ha demorado tanto tiempo en construirse?
Desde su amanecer, la humanidad ha ido superando la escasez, los riesgos y las difíciles condiciones naturales que le presentaba el planeta, en un marco de desentendimientos y conflictos.
Grupos nómades de individuos unidos por el parentesco sobrevivieron hace miles de años de la caza de rumiantes y la recolección de frutos y semillas silvestres.
La revolución agrícola surgida en Oriente hace unos 10.000 años del holoceno o advenimiento del cambio climático, supone el inicio de una producción organizada mediante reglas improvisadas para el hábitat, la posesión y la convivencia, administradas por liderazgos de los más fuertes.
La invención de la escritura y los códigos de nuevas clases de religión surgidos hace unos 5500 años dieron origen a los primeros centros relativamente civilizados.
El derecho divino y muy posteriormente la teoría del contrato social, sustentaron distintos ordenes reguladores de la convivencia.
El desarrollo del orden destaca hitos relevantes de su evolución:
Los ciudadanos de la antigua Grecia (1200 AC – 146 AC) aportaban pagos voluntarios cuando era necesario reforzar a las fuerzas armadas, construir puentes u organizar eventos deportivos o culturales.
Posteriormente, quienes poseían dominio sobre espacios territoriales ganados en conflictos o delegados, sometían a los menos favorecidos, así:
Con la transformación de las monarquías al fin de la edad media, aparece un nuevo concepto de soberanía conformando alianzas territoriales, burguesía y privilegios y un sistema de derecho que imponía las ideas de «igualdad legal” y de «ciudadanía” reconociendo en el Estado su ámbito legal.
Pedro Farias García en su artículo “Reflexiones sobre el Pacto Social” recoge la opinión de dos filósofos al mencionar las corrientes de pensamiento del siglo XVII[1]:
En la época, la relación entre la Sociedad y el Estado se encontraba a cargo de monarquías, que acordaban con el parlamento el ejercicio del poder sobre sus súbditos y los derechos sobre sus colonias.
La Declaración de Derechos (1689) del Reino Unido garantizaba que el rey no podía exigir tributos sin aprobación parlamentaria, sus disposiciones no alcanzaban a la población de las colonias a cuyas importaciones aplicaban fuertes aranceles.
Muchas de las grandes transformaciones institucionales que han ocurrido en la historia tienen origen en una rebelión fiscal o ésta ha sido importante en el vínculo entre representación y fiscalidad.
Con el levantamiento “Motín del té” (1773), los americanos del norte se rebelaron a la ley arancelaria que simbolizaba el poder colonial de Gran Bretaña, rechazando el derecho de los británicos a gravarlos con impuestos sin representación en el Parlamento. El “Motín del Té de Boston”, fue origen de la guerra de la independencia de los EE. UU. (1775/1783).
La etapa fundamental del Estado moderno se inició en 1789 por reclamos de nobles, clérigos y ciudades y parroquias de Francia por hospitales desabastecidos, cirujanos sin certificar,ropas con caballos hambrientos o policía ineficaz, caminos intransitables, puentes rotos, privilegios eclesiásticos y señoriales, falta de representación y justicia arbitraria o incosteable” que aparecen como detonantes de la Revolución Francesa (14/7/89)
“Constituir una comunidad en un escenario en el que concilian orden y libertad” era el problema político de Jean Jacques Rousseau, sus ideas fundamentaron el movimiento ilustrado y la Revolución Francesa, que instauro uno de los valores más preciados en la convivencia de las comunidades, la democracia.
En la “Declaración de los derechos del hombre y de los ciudadanos” en un documento considerado precursor de los derechos humanos, la Asamblea Nacional Constituyente francesa (26/8/1789) definió los derechos personales y de la comunidad.
En el siglo XVIII “de la ilustración”, simultáneamente con exigencias sociales de redistribución para mejorar los servicios, se impuso un tributo sobre la renta con el que comenzó a hablarse del principio de equidad.
Pedro Farias García menciona también a Rousseau, cuando hacia el siglo XVIII planteaba el pacto como un acto de sustitución con igualdad moral y legitima, lo que la naturaleza había podido poner de desigualdad física entre los hombres que, pudiendo ser desiguales en fuerza y talento, advienen todos iguales por convención y derecho.
Como se ve en los relatos de la historia, con el correr de los tiempos la relación Sociedad Estado se ha desarrollado incontrolada, los pueblos deambularon en la armonía inestable de su convivencia, dependientes de ámbitos de poder que aprovecharon de ellos con escaso o sin beneficio retributivo alguno.
[1] Pedro Farias García, Reflexiones sobre el Pacto Social, REFLEXIONES SOBRE EL PACTO SOCIAL – Bing
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