Contador Público, una opción: escribiente o fedatario de la realidad económica
Soy contador público matriculado licenciado en administración, con algunos estudios de sociología fiscal, mi vida profesional la he dedicado al desarrollo e implantación de sistemas de información y control fiscal en la administración tributaria y llevo ya muchos años colaborando en países latinoamericanos en programas disuasivos de fiscalización masiva para el control de la informalidad.
En mi larga vida profesional, he contemplado la degradación de la conciencia tributaria en personas jurídicas y prominentes figuras reconocidas en la sociedad, por sus artes personales o por negocios asistidos por importantes estudios jurídicos contables, a través del ocultamiento de ingresos en información contable formal; o de la apropiación de retenciones realizadas a los trabajadores o de los impuestos al consumo percibidos.
He visto fluir de los estudios apelaciones infinitas a los términos de leyes cuyas brechas, nacidas en profesionales constructores del orden tributario, ofrecían a los empresarios la oportunidad de discusiones interminables para eludir sus obligaciones.
Pude reunir así testimonios, que demuestran que mientras hay quienes blindados por estudios profesionales disfrutan el cash flow derivado de sus incumplimientos y esperan la implantación de regímenes de amnistías y moratorias que les faciliten la expiación de sus culpas, la carga tributaria del Estado recae sobre otros que viven de los magros ingresos de su trabajo personal sufriendo retenciones en sus salarios o pagando tributos en sus consumos.
La conciencia social que resulta de la situación que he conocido, no contribuye a la convivencia armónica entre quienes sustentan al Estado con su humilde y forzada contribución, a la imposición regresiva que los somete, y quienes reposando en exenciones que les benefician y en transferencias de fondos retenidos o percibidos de los menos pudientes, descansan su incumplimiento en los profesionales que “dando fe pública de la información que disponen” garantizan la falacia de cumplimiento.
Carlos Muñoz en sus “Reflexiones en torno a la función social de la Contaduría pública”, destacaba que, la contaduría pública había sufrido una profunda mutación desde su eficacia como dadora de fe pública, al debilitarse, por diversas causas, la confianza pública que la sustentaba. Para su justificación se podría apelar a la falta de conciencia social, la ausencia de los más mínimos cánones éticos para su ejercicio, la falta de una formación suficiente, la falta de respaldo real del Estado y un aspecto que se respondería como esencial y es el relativo al «desentendimiento» por parte de la profesión y de sus organismos rectores de la necesidad de que la variable independencia profesional, se constituyera a partir de unas condiciones estructurales que la posibilitaran.
Un Estado contemplativo deja avanzar el deterioro de la conciencia socio tributaria y la desconfianza en la fe pública con que es avalada la injusticia, entonces la economía informal encuentra el ámbito ideal para su desarrollo y fuertes inversiones emergen a simple vista en terrenos invadidos bordeados por viviendas marginales que protegen el área donde se comercializan mercancías de origen ilícito y recrean en la sociedad la conciencia del “vale todo en la economía” que le permite disfrutar precios – derivados de la omisión de cargas municipales, impuestos, del robo de la electricidad y del agua u omisión de alquileres por los espacios que ocupan ilegalmente – sustancialmente más baratos que los del mercado.
Para la intervención de tales mercados, algunas Administraciones Tributarias instalaron con mi asistencia unidades conocidas por “fedatarios”, integradas por personal entrenado para operaciones riesgosas, revestido de fe pública para validar los hechos ilegales que encontraren in fraganti y justificar en ellos las clausuras e incautaciones del orden legal.
Ingresar a las áreas de operaciones era avanzar en situación de conflicto, la instrucción de oficiales de reserva que recibí en el servicio militar era más necesaria que la recibida en la universidad. A simple vista: mercancías de contrabando, otras provenientes de delitos contra la propiedad y también productos de empresas “formales” que presentaban balances regulares suscriptos por “profesionales”.
La oposición a las acciones fiscales era permanente, he vivido la agresión y amenaza de muerte a los fedatarios, el desalojo violento de los grupos de tarea y otras formas de resistencia al orden de trabajo. Yo mismo he debido abandonar varias veces el territorio de mis prestaciones por riesgo de vida, mis operativos siempre han necesitado decisión política de las autoridades y apoyo permanente de fuerzas de seguridad, tanto para control de las áreas blindadas por el delito y el terrorismo, cuanto en resguardo de las operaciones en áreas menos peligrosas.
Tal resistencia a la acción disuasiva de mi trabajo solo se explica en un escenario de anomia social, no propicio a la mejora de las condiciones redistributivas de la economía, ni de la confianza en los profesionales que las avalan y que resulta como dice Muñoz debilitada, pero ¿debilitada por qué? Debilitada por una política perversa que carga el costo social sobre los más pobres, debilitada por grupos empresarios ineficientes cuya utilidad deriva del enriquecimiento ilícito y su limitada contribución social y debilitada también por el comportamiento indiferente de los propios profesionales, cuyos dictámenes omiten los comportamientos ilícitos de las empresas que asisten, pues la información que los sustenta matemáticamente cuadra y es la que “disponen para ello”.
Soy profesor y transmito mis experiencias a jóvenes profesionales aplicados al servicio de estudios jurídicos contables y empresariales… y también a algunos que cumplen funciones en la administración tributaria, en mis clases aprovecho para indagar en ellos lo que consideran orígenes de la conducta profesional tan opuesta a los ideales con que hemos sido formados.
A una pregunta como “… si usted tuviera oportunidad para hacerlo… ¿evadiría sus obligaciones tributarias…? Muchos de los jóvenes lo descartan tajantemente; a otra como… ¿pagaría Ud. una coima si le representara un beneficio? Responden igualmente con desagrado y la rechazan…
Sin embargo, leo dudas en los rostros de muchos de mis alumnos profesionales, en las respuestas a mis preguntas… cuando les consulto sobre sus compras en centros informales, aquellos que respondieron negativamente las primeras preguntas, no niegan la participación en el alargamiento de discusiones técnico jurídicas para dilatar el cumplimiento de obligaciones, ni la posesión o asistencia profesional de una unidad de comercialización informal, ni la concurrencia de compras a tales centros, ni la aceptación de las transacciones sin facturas que las documenten, ni la dilación de los procesos destinados a reparar el crédito adeudado al Estado.
Todos por lo general niegan corresponsabilidad con sus empleadores en la construcción de la ilegalidad de su comportamiento tributario….
Vuelvo al principio, soy Contador Público, se me capacitó para asistir a la transparencia de la economía, dando fe pública a estados veraces que financieramente puedan ser utilizados en sustento del crédito y he puesto mi capacidad profesional al servicio del Estado en acuerdo con la función social de mi profesión.
He probado que una gran parte de la evasión de los países está a simple vista y no hay que profundizar demasiado para encontrarla, en tanto su parte más significativa, sigue oculta en complicadas técnicas jurídico-contables, en estado de congelación esperando la oportunidad para declararla en algún blanqueo de capitales a impuestos más bajos…. o la prescripción que se ocupe de ella, si es que antes algún fiscal no la detecta y la enjuicia antes, en cuyo caso todavía quedará abierta otra alternativa: los tribunales fiscales donde podrá dormir otros cuantos años.
El contador público no puede ni debe ignorar los derechos del Estado que confía en él, haciéndole fedatario de la transparencia a la microeconomía, que lo responsabiliza tutor de la veracidad de la información con que avala su dictamen y la veracidad de la realidad económica.
Existe razonabilidad en el argumento de que su dictamen se sostiene en la información que dispone, la tecnología ha resuelto las previsiones para un relevamiento “selectivo” de la información contable y la validación matemática de los resultados que sustentan sus dictámenes.
No obstante, la capacitación profesional del contador incluye el uso de instrumentos contables que le permiten inferir las “zonas grises” de la actividad económica que sustenta y que pueden ser delatadas con relativa facilidad por cruces de información, que los regímenes de imposición y los avances tecnológicos facilitan afectando su responsabilidad.
A todo esto: ¿dónde ha quedado la función social del contador que le ha sido asignada como propósito de su profesión? Tal vez las normas sociales lo llevan a emular conductas de otros profesionales, tal vez la inequidad del sistema tributario lo haga partícipe de las malas artes empresariales, tal vez sus necesidades o aspiraciones económicas lo obliguen a resignar los principios que se le enseñaron.
Las afirmaciones inválidas que sustentan los dictámenes del contador afectan a la sociedad que tanto legitimó la fe pública que le fue confiada, cuanto la autorización para lucrar con objetivos sociales que fue concedida a las empresas que asiste.
No quisiera abundar más en el terreno de mis disidencias, después de todo, solo me guía un propósito con estos comentarios, resaltar la necesidad de revisar algunos conceptos éticos de mi profesión en refuerzo de la responsabilidad de dar fe pública de los actos sustentados en los dictámenes que se suscribe y recordar a los nuevos profesionales su complicidad cuando la información que producen no sustenta la realidad económica.
Deseo prevenir a los colegas que recién comienzan, el estigma bochornoso que para la profesión supone contribuir a delitos de defraudación tributaria derivados de la información que suscriben y atender el juzgamiento de su corresponsabilidad y prisión subsecuente.
Vivimos una “realidad económica” que se expresa ficticia y se sustenta en condiciones socioculturales y económicas derivadas de decisiones en las que de una u otra manera todos hemos participado… hoy la tecnología y la robótica resuelven los problemas derivados del relevamiento de información con alta eficiencia… toca a la FE PUBLICA de los nuevos profesionales asegurar un marco adecuado a la realidad económica que la haga confiable….
Yo ya estoy próximo a ver “crecer los rabanitos” y no me arrepiento de los “pollos de pelea” que he entrenado en mi vida profesional para que continúen fieles a la función social de su destino….
“Que el pasado pueda… que el presente sepa… “(viejo adagio francés)
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13 comentarios
Muchas gracias por compartir conocimientos e información, ¿es posible que también puedan publicar mis artículos? esperamos estar siempre en contacto, un afectuoso abrazo.
Es justamente el propósito, Adolfo, soy bloguero CIAT y será un gusto tu contacto. Abrazo
José Luis, te felicito por exponer tan claramente aspectos importantes y poco comentados de la profesión (después de todo, no son aspectos glamorosos). Es un excelente aporte a las actuales y nuevas generaciones de contadores públicos, así como a todos los profesionales del área tributaria. Abrazo.
Muchas gracias Antonio, hemos testimoniado juntos los problemas y ha sido un gusto compartir esfuerzos en el propósito. Abrazo
Este documento aborda una problemática que podríamos decir que tiene carácter ancestral, pues la historia de la humanidad nos ha enseñado que las personas a lo largo de la historia siempre ha tratado de evitar o minimizar -por las buenas o por las malas- el pago de tributos. Este artículo presenta una visión muy criticable, pues del mismo se infiere que los Contadores Públicos -sin exclusiones- son los artífices de todos los males señalados a la hora de realizar mal los pagos tributarios correspondientes. En mi humilde opinión -muchos seguramente discreparán- el Contador Público no debe ser un «Oficial de Cumplimiento» de las empresas frente a las Administraciones Tributarias, debe ser un profesional al servicio del cliente que aplique con capacidad ética y profesional sus conocimientos técnicos, debe abogar por que la empresa realice una gestión eficiente de los recursos que maneja generando crecimiento económico y bienestar social en la comunidad en la cual actúa. El Contador Público al colocar su firma en los Estados Financieros nunca es ni será un fedatario público, sino que es un Informante Especializado que otorga Confianza Pública con su firma, Informando acerca de la situación financiera, económica y patrimonial de una entidad, no hace una certificación de ella. Demonizar una profesión -cualquiera sea ella-, no creo que sea el camino adecuado para mejorar la realidad actual, pues en todas las sociedades existen personas cuyas acciones favorecen o perjudican el bienestar general. Los Estados, a través de las distintas instituciones que la integran, deben trabajar con gran convicción transparencia y honestidad para generar mejores condiciones en la sociedad, y que todos los ciudadanos que la integran cumplan con el pago de los tributos correspondientes, siendo la Administración Tributaria un actor relevante, pero no el único, pues por ejemplo las instituciones de enseñanza que integran el Sistema Educativo constituyen a largo plazo la mayor esperanza de seguir construyendo sociedades mejores cada día.
Muchas gracias por tu opinión Javier.
Un abrazo grande José Luis, de parte de uno de sus «gallos de pelea». Yo fui formado como fedatario fiscal allá en el año 1999 en Ecuador. Un artículo para reflexionar, en el cual en mi opinión es la degradación de los valores y la codicia por el dinero lo que ha llevado a esta situación que no solo es del contador sino de toda una sociedad.
Hola Diego, siento orgullo cada vez que contacto con uno de los pollos de pelea con que he compartido tantos esfuerzos. Abrazo
Excelente post, José Luis García Ríos. Verdaderamente la responsabilidad de mantener la información contable y tributaria de los contribuyentes, conforme a la ley y a la ética profesional, recae sobre las funciones del Contador Público y Auditor. Es por esa razón que se debe tener conciencia social de las consecuencias jurídicas y económicas que conlleva realizar dichas funciones.
Muchas gracias Odelin, compartimos ideas.
es un buen post para hacer una autoconciencia del cómo están nuestras sociedades. Cuando se destapa el problema de evasión en los negocios o unidades productivas, todos por lo general niegan la responsabilidad o corresponsabilidad con los empleadores, Soy contador y el denominador común de lo que piden los empleadores a sus contadores es pagar lo menos posible, no lo justo. Cuando se debería construir acciones para mejorar el comportamiento tributario con leyes justas, de fácil aplicación de la normativa y con beneficios generales no con privilegios para los sectores que sean parte de los gobernantes de turno.
Muchas gracias Brigite, justamente es el propósito.
Buenas noches me pareció muy interesante el artículo y sobre todo da mucho pie a la auto reflexión.
Le agradezco que ponga este tema sobre la mesa y estoy de acuerdo que lo que debe primar son los buenos principios en cualquier ámbito de la vida pero particularmente en la profesión contable dado que se nos confía un papel muy importante en el análisis de la información para la buena toma de decisiones de las empresas.
Creo que la conciencia social del pago de tributos está muy deteriorada y el motor para el cumplimiento es el miedo o evitar inconvenientes a futuro, me da la sensación de que no se percibe que el Estado brinde servicios públicos acordes a la carga tributaria soportada (por lo menos aquí en Uruguay), tal vez los gobernantes deberían revisar este punto, en pos de fomentar la conciencia social; y nosotros los Contadores desde nuestro lugar debemos tratar de ejercer nuestras funciones con la debida integridad y ética profesional Gracias y saludos.