El martillo sin dueño
La actual crisis que amenaza la vida y la convivencia social me llamó a pensar en los efectos que las herramientas tecnológicas creadas por el hombre producen en los requerimientos socioeconómicos de la pandemia que sufre la humanidad.
Paulo Coelho escribía que un martillo no tendría sentido si en el mundo no existiesen clavos qué golpear. Y aun cuando hubiera clavos, el martillo no tendría utilidad sí se limitara a pensar: «puedo meter esos clavos con dos golpes», el martillo tiene que actuar, entregarse a la mano del dueño y ser utilizado en su función. [1]
Las herramientas tecnológicas que no facilitan mejoras en las condiciones de vida del entorno social en que se han desarrollado, carecen, como el martillo de Coelho, de la mano de su dueño.
Paradójicamente con los altos niveles de pobreza, desigualdad e informalidad existentes, hoy día concurre un tremendo desarrollo tecnológico creado por el hombre.
El desarrollo tecnológico no puede resolver por sí el empobrecimiento, la desigualdad, el conflicto social, el enfrentamiento y la vigencia de la injusticia, pero su utilización puede proveer a los sectores marginales con mínima instrucción, algunas soluciones a su subsistencia. La economía digital y las redes permiten el abastecimiento de la comunidad sin control estatal y los operadores económicos, cualquiera sea su tamaño, pueden disfrutar sus servicios con mínimos costos de contribución o sin ellos.
Tanto el desempleo que deriva de la hecatombe económica, creada por las circunstancias, como el que resulta de la sustitución que la tecnología produce en el trabajo menos calificado, lleva a las clases desempleadas a buscar en la informalidad una mínima solución a su subsistencia.[2]
El Estado, principal responsable del bienestar de la sociedad, debe atender la prestación de servicios esenciales que mejoren su calidad de vida y desarrollar oportunidades para los sectores menos favorecidos y para ello requiere el aporte necesario.
¿Cómo abastecerlo en circunstancias críticas como las que imperan en la sociedad actualmente?
La economía va en caída libre hacia una mayor informalidad, agravada por las necesidades derivadas de la falta de empleo y el empobrecimiento de la sociedad; no es previsible pues, esperar una respuesta regular de la comunidad al pacto social.
¿Es posible imaginar a los Estados latinoamericanos someter al control digital a pequeños informales en procura de transparencia, afectando las fuentes de subsistencia que representa para ellos o coaccionando al pago de impuestos a comunidades desempleadas sin acceso a la educación, salud, ni servicios vitales?
Las criticas condiciones de la economía, la degradación de los bienes naturales, la insuficiencia de servicios básicos y la situación sanitaria que la humanidad enfrenta, obliga a las instituciones a buscar soluciones con una óptica diferente.
Una cultura solidaria de contribución, apoyada en las nuevas tecnologías y una actividad del Estado orientada a preparar la comunidad para el desarrollo y uso de ellas con sentido social, podrá dar esperanzas a una mejor convivencia.
A partir de la tecnología “la tierra es plana” [3] los nacionalismos deben ser superados, la imposición sobre transacciones que se realizan en la nube implica cambios cooperativos en las organizaciones sociales.
Las nuevas tecnologías nos llevan a un concepto diferente de la contribución, insistir en adecuar las reglas antiguas de la tributación a las formas económicas que resultan de la aplicación de las nuevas tecnologías digitales puede ser una necedad.
Ha llegado el momento de pensar en una reorganización social inclusiva de las comunidades empobrecidas, para debatir objetivos comunes y responsabilidades de Estados, organizaciones internacionales y empresas multinacionales con el hombre como máxima prioridad.
Es menester un esfuerzo social solidario que asegure la convivencia en armonía de la humanidad, apoyada en las herramientas de su creación, que pueda controlar la indignación ciudadana y las revueltas de las nuevas generaciones exigiendo cambios.
Tal vez resulte menos utópico encontrar al “dueño del martillo” en el uso solidario de las herramientas tecnológicas, que esperar cambios en el comportamiento egoísta de las comunidades sin apoyo de la tecnología.
[1] El peregrino – Paulo Coelho
[2] Según cifras de la OIT una tasa de informalidad del 53 % en Latinoamérica y el Caribe representa 140 millones de trabajadores en el desempleo formal.
[3] Thomas L. Friedman, La tierra es plana, 2005
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8 comentarios
Hola José Luis. Me encanto tu artículo. Felicitaciones. Primero que vengan los esfuerzos por hacer inclusión social para, en el camino, encontrar los modos de la inclusión contributiva. Bravo!
Muchas gracias Jorge, veo en ello la esperanza de una sociedad mejor y menos desigual
Gostei muito, seu artigo é muito importante e realista, espelha a situação real da América Latina.
Gracias José por tu comentario la pandemia trae reflexiones que trascienden cualquier orden social y llama a pensar en utopías …
es una descripcion del deberia ser para que la sociedad mejore para todos pero creo que aun estamos lejos
muy bueno el articulo jose luis
Gracias Agustín por tu comentario, alguna vez escuche a alguien decir que el hombre ve con los ojos al revés de lo que ve respecto a objetivos … con los ojos ve cerca lo que esta cerca y lejos lo que esta lejos, sin embargo en cuanto a objetivos ve cerca los que se vislumbran lejos y lejos los que tal vez estén mas cerca de los que piensa…
Cierto es Josè Luis! Muy bueno el artìculo.
Hola Miguel, muchas gracias por tu comentario, hemos compartido jornadas intensas con la informalidad y allí nacieron muchas de las inquietudes que hoy se plantean en el blog. Abrazo.