Cuando las cosas públicas dejan de ser “gratis”
Lo que la crisis se llevó
Sin lugar a duda, no corren tiempos fáciles para los contribuyentes… ¡y menos aún para su ya mermada conciencia fiscal!
Tanto los datos del Barómetro Fiscal del Instituto de Estudios Fiscales como los del estudio Opinión Pública y Política Fiscal del Centro de Investigaciones Sociológicas, las únicas dos fuentes en nuestro país para medir la conciencia fiscal de los españoles, avalaban desde hace años que era la sanidad universal el principal sustento a la justificación del pago de impuestos en España. Pero eran otros muchos servicios y prestaciones los que se conocían y usaban por los contribuyentes, y se contaba con ellos para ser usados y disfrutados en caso de necesidad.
Sin embargo, las cosas están cambiando: se está conformando un nuevo esquema e imagen colectiva de aquellos servicios públicos y prestaciones sociales, que ahora no lo son tanto. Ejemplo de ello sería tanto el giro que está dando la sanidad, hasta ahora pública (copagos, privatizaciones en su gestión, euro por receta…); los recortes en la educación pública; así como el devenir de otros servicios públicos más “residuales” en la conciencia fiscal de algunos españoles como pudieran ser: los servicios sociales, muy mermados por los recortes; la justicia, con la introducción de nuevas tasas judiciales; etc…
Sin contraprestaciones y con más servicios o prestaciones por los que pagar, ¿cómo se sostiene la conciencia fiscal de los españoles?
Desde mi punto de vista, y hoy más que nunca en donde nuestro hasta ahora envidiado Estado de Bienestar está dando un giro de 180 grados, sería imprescindible que desde nuestras instancias políticas se nos explicara el por qué de estos cambios, el para qué de las nuevas “tasas” y el hacia dónde vamos. No es de recibo que los contribuyentes sean informados por los medios de comunicación de nuevos Reales Decretos o peor aún, que cuando vayan a la farmacia o a tramitar alguna gestión judicial sean conscientes de que quizás no puedan permitirse esos medicamentos o ese trámite que hasta ahora eran considerados derechos ciudadanos.
Crece la preocupación de algunos por recaudar independientemente de la justicia de esas medidas o de las consecuencias que éstas puedan tener; mientras que el resto estamos más preocupados por re-estructurar nuestra conciencia como contribuyentes: cuánto pagamos, qué recibimos a cambio y qué es ahora “gratis” o ya no tanto. Y para más preocupación, la inestabilidad laboral y el gran incremento del desempleo en nuestro país provoca cambios en las necesidades individuales y colectivas de los españoles para con el Estado.
¿Cómo creéis que todos estos cambios afectarán en la conciencia fiscal de los contribuyentes?; ¿ayudaría que los políticos explicaran los nuevos cambios que van aplicando?; ¿alguna de estas nuevas medidas creéis que puede ayudar a “valorar” el coste real de lo que hasta ahora recibíamos como “gratis”?
Sigamos reflexionando…
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9 comentarios
Estimada Maria, es la dura realidad que estamos viviendo todos; y debemos nos preparar porque temas como los que mencionas, y otros como edad de jubilación, montos de jubilación, acceso a servicios públicos, todos estos servicios públicos están o estarán bajo ajustes. Debemos estar preparados para las dificultades fiscales que son una realidad que no podemos huir. En mi país por ejemplo se jubilaba con 10 salarios mínimos, hoy está en menos de cinco salarios (monto máximo) y seguramente, en pocos años la jubilación publica será de uno a no mas que tres salarios; y aun así deberemos pagar mas o trabajar mas para garantizar estos mínimos de bienestar social.
De alguna forma es bueno porque promueve el real despertar de que no podemos vivir a costos de las generaciones futuras, por las deudas, ni de riquezas que se agotan un día o otro.
Te felicito por el post, y es duro, pero es la realidad.
M
Estimado Marcio:
Gracias por tus comentarios y apoyo.
Es sin duda un tema duro pero al que tenemos que hacer frente porque los Estados de Bienestar están cambiando y los contribuyentes-ciudadanos debemos estar informados acerca de la cobertura pública con la que contamos. Asimismo, valorar el coste de los servicios y prestaciones públicas es muy necesario en países como en España en donde la crisis provoca muchos recortes, y en su mayoría poco bienvenidos.
Sigamos reflexionando sobre ello y creando conciencia fiscal…
Hola María. Excelente tema el que planteas. Creo que es la preocupación de los ciudadanos de cada país. Hoy por hoy queremos ver resultados, versus impuestos que se pagan. Olvidar que la ciudadanía requiere ver la devolución de impuestos en mejoras en el país, es crear una conciencia tributaria débil, debilitar el Estado social de Derecho de una nación y empezar a generar el descontento popular, causas que detonan en circunstancias no deseables para ningùn pueblo. Excelentes inquietudes!
Esperamos que los del ejecutivo y los politicos que gobiernan en esos momentos el pais, con mucha gentiliza den una respuesta convincente, honesta y transparente.
Felicitaciones por su tema es muy interesante, pues frente a estas contingencias siempre sufren los que menos tienen y los contribuyentes formales que siempre cumplen puntualmente con sus obligaciones tributarias
Muchas gracias por sus amables comentarios y sobre todos por dar lugar a la reflexión y al debate.
Desde las Administraciones Tributarias (AT) y desde la propias instancias políticas de cada país es necesario que se explique a los contribuyentes el para qué y el porqué de los impuestos que ellos pagan. Es imprescindible luchar en contra de la ilusión de gratuidad que se ha creado por ejemplo en España sobre los bienes y servicios públicos recibidos, puesto que ésto no ayuda en absoluto a valorarlos y respetarlos.
Las AT no han de olvidar que los contribuyentes son utilitaristas y necesitan percibir claramente ese intercambio fiscal (impuestos pagados y bienes y servicios públicos recibidos a cambio), de modo que estas cuestiones se interioricen en su conciencia fiscal y por consiguiente, en sus actitudes ante el fisco.
Buenas tardes María:
Las crisis fiscales nos obligan a volver a redefinir la idea de bien público.
Bien público puede ser, ahora, tener otra vez una economía de emprendedores que crean empleos,…..aunque crear las condiciones de tasas de interés, impuestos y regulaciones laborales que hacen posible ese nuevo bien público supongan acabar y liquidar los antiguos – los del Estado del Bienestar. En este supuesto, los impuestos que financian las nuevas políticas públicas, son la aplicación de nuestros tributos por la nueva concepción del bien común.
Pero estoy seguro de que los que salen del «viejo» orden al «nuevo» sienten que se les ha engañado. El Estado le prometió un bienestar que ahora no puede financiar como es debido.
¿Por donde va el desafío?. ¿Por explicar los cambios, hacerlos temporales, y volver al mismo modelo?. O, comprometernos todos con otro modelo, uno en el que el bien público gire entorno a las personas, sus competencias, su salud, su libertad, y en donde entre el sector público y el sector privado se distribuyan los roles, y con ellos las cargas financieras también.
Creo que seguimos con los imaginarios de la guerra fría, aunque con otros rótulos: más intervención pública – con su cola de política fiscal y tributaria – versus más competitividad en los negocios – con lo que implica en limitaciones al primero-. Los modelos políticos de la guerra fría desaparecieron, pero sus temáticas resuenan bajo rótulos que no son tan nuevos, finalmente.
La capacidad de la democracia de reinventarse se va a poner a prueba. Salir de estas dicotomías. Plantearse nuevas categorías para pensar las políticas sociales. Si no, seguiremos con el péndulo presupuestal de más o menos en la historia por venir. Visionarios, ¿donde se han escondido?.
Buenas tardes, Eduardo:
Muchas gracias por su acertada reflexión, ya que efectivamente hemos de redifinir el Estado de Bienestar contemporáneo acorde a una estructura económico-política muy diferente al del Welfare State de entreguerras.
Considero que le será interesante un post anterior en el que reflexionaba aquí sobre hacia qué tipo de EB nos queremos dirigir: http://ciat.org/index.php/es/blog/item/69-hacia-que-estado-de-bienestar-queremos-dirigirnos.html o bien éste otro en el que hablo sobre los «contratos sociales» contemporáneos: http://ciat.org/index.php/es/blog/item/106-contratos-sociales-contemporaneos.html
Confío en que estos otros post le resulten de interés y podamos seguir reflexionando sobre el tema.
Un saludo
Buenas tardes María;
Por demás interesante y oportuna tu reflexión. Solo quisiera agregar que en el concepto utilitarista que aplicaría el contribuyente creo debemos incluir “el contexto” e incluirle así una mirada «solidaria». No evaluarlo solo desde su persona. En general los tributos que administran las AT tienen afectación mayoritaria a rentas generales y, en consecuencia, muchas veces terminan siendo redistribuidos a sectores mas necesitados. Aún siendo baja ésta redistribución, particularmente en América Latina, ésta existe como en todos lados. En consecuencia, lo aportado por uno seguramente lo recibirá otro.
Volviendo al origen creo entonces que debe incluirse en el concepto utilitarista, que tal vez guíe parcialmente el comportamiento del contribuyente, la visión o la incidencia de la redistribución en el contexto. En sociedades con coeficientes GINI que demuestran mucha desigualdad en la distribución del ingreso, muy valorable es que, aún sin recibirla directamente, nuestra contribución social sirva para disminuir estos niveles de desigualdad.
Coincido que esto debe explicarse y tal vez sean los políticos quienes deban encargarse de ello al ejecutar las políticas públicas.
Muchas gracias por tu comentario y apreciación, Norman.
No cabe duda de que además de las normas personales que indicen sobre las decisiones «utilitaristas» de los contribuyentes, también están constreñidas por las normas sociales imperantes en su entorno y muchas veces por otros determinantes exógenos (ej. crisis económica o escándalos puntuales de fraude fiscal).
Además, el cómo de justo y equitativo sea percibido el sistema por parte de los ciudadanos influirá también directamente sobre su cumplimiento tributario.
Sigamos reflexionando…