Opiniones Personales

El modo tradicional de costeo de los servicios públicos ocurre por intermedio de la recaudación de impuestos en dinero. Es así tanto en Brasil como en el resto del mundo. Sin embargo, no es ni requiere ser, necesariamente, el modo mayoritario y prácticamente exclusivo de tributación.

Obviamente, la recaudación de tributos en dinero es práctico y simple. Es especialmente adecuado para la red recaudadora y para el Estado, que pasa a tener el activo de mayor convertibilidad posible en cualesquier mercados. Pero esa practicidad trae algunos inconvenientes que normalmente no son evaluados.

Primero, tenemos que considerar que el proceso de recaudación es costoso. También lo es el proceso de aplicación de fondos públicos. Por eso, el valor de tributo tiende a ser consumido en las complejidades que subyacen en los puntos de inicio y fin del proceso, es decir, entre el valor pagado por el contribuyente y el valor recibido por la sociedad en servicios públicos.

Si el costo de recaudación en el mundo se sitúa en torno al 1% del valor bruto recaudado, muy probablemente la estructura de aplicación y la prestación de servicios públicos debe consumir una parte mucho más significativa. Aquello que no se gasta en la organización de los servicios de salud, educación, transportes, seguridad y en la casi infinita variedad de servicios públicos hoy existentes.

El estado tiene como finalidad la satisfacción de los intereses de la sociedad, cobrando impuestos de unos y prestando servicios públicos a otros – o a los mismos que pagaron los tributos. El estado que presta el papel relevante de organizador de individuos en el contexto de una sociedad compleja, por ende, no tiene un fin en si mismo. Su papel, a groso modo, es de un intermediador.

Toda intermediación tiene algunos beneficios, más también presenta algunos inconvenientes. Por ejemplo, la economía y el sentido común nos enseñan que, cuando el peso de la intermediación comercial es excesiva, hay costos tanto para los productores como para los consumidores. Esto, de modo no tan transparente, también ocurre en el costo (tributación) y aplicación de los fondos públicos.

Por esto, si todas las necesidades sociales son satisfechas por el “intermediador estatal”, posiblemente habrá sobrecarga de ese agente. Y si todo pasa por el intermediador, se inviabiliza el relacionamiento directo entre quien necesita y quien puede satisfacer las necesidades sociales. La maximización de este proceso, como ocurre con la tributación en todos los países, tiende a generar ineficiencias que afectan a la sociedad, dado que las necesidades son ilimitadas, mientras los recursos para satisfacerlas  son limitados.

Se propone, así, que se desarrollen mecanismos de desintermediación tributaria. En palabras simples, se sugiere que existan nuevos y diferentes modos de “pago” de los tributos. Como ejemplo, podría darse el uso corriente de posibilidad de cumplimiento de obligaciones tributarias vía la prestación directa de servicios públicos por los propios contribuyentes.

La expresión “pago” debe ser entendida en su acepción más amplia, el que representaría diversas formas de cumplimiento parcial o total de obligaciones tributarias, pero no incluiría las obligaciones accesorias. Así, si alguien trabajo en los fines de semana en un asilo, podría obtener un crédito a ser compensado con el impuesto sobre la renta. En otro ejemplo, un vecino podría vigilar una plaza pública y obtener un crédito para compensar con su obligación de IPTU.

Aun cuando esa idea vuelva a la tributación más compleja y sofisticada, ella representa una oportunidad tanto para los países ricos como para los países pobres, pues en ambos casos no hay recursos financieros suficientes para la realización de obras o la prestación de servicios públicos. Para los países ricos, surge la posibilidad de volver productivas una infinidad de personas capaces y desempleadas. Para los países pobres, una posibilidad de realización de obras y prestación de servicios, sin la necesidad de realizar desembolsos financieros, y con un aumento significativo de la calidad de vida. Por otra parte, las ventajas de esta propuesta atiende a todo tipo de país, inclusive aquellos que no están en estos extremos.

Otra ventaja considerable es la transparencia y la materialización de los efectos resultantes del pago de los impuestos. El contribuyente se sentirá satisfecho al saber cual es el resultado de sus esfuerzos, que no hubo pérdidas con gastos de intermediación estatal, ni de eventual corrupción al momento de aplicar los recursos. Así, se aumenta el volumen y calidad de los tributos que financias las actividades estatales.

Aun cuando no sea el objetivo de este documento detallar los procedimientos posible en la implementación de esta idea, se registra la posibilidad de la aplicación de diversos tipos de tributos, particularmente los que inciden sobre la renta y la propiedad.

Por lo tanto, para que haya avance en la prestación de los servicios públicos, hay necesidad de idealizar nuevas formas de financiamiento de los intereses públicos. Esta es una propuesta.

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