Eso que llamamos economía digital (v)
Nuevos modelos, nuevos modelos
¿Le ha pasado alguna vez que usted accede a un periódico a través de su sitio en la Internet, curiosea lo que “colgaron” sus contactos y amigos en la red social de su preferencia y encuentra una publicidad sospechosamente relevante o que, de vez en cuando, recibe un correo electrónico con una mejor oferta para ese vuelo de vacaciones con el que silenciosamente coqueteaba u otro con la promoción de ese palo híbrido que mejorará su golf más que unas lecciones personales con Tiger Woods o Lorena Ochoa?
Si le ha pasado alguna vez, tal vez se siente como muchos, al mismo tiempo sorprendido y asustado. Sorprendido porque puede parecer magia, asustado porque puede llegar a parecer brujería.
A través de nuestros hábitos en la navegación, la búsqueda de productos o servicios en línea, las cosas a las que damos le gusta, los comentarios que posteamos, los artículos que leemos, dejamos rastros. Son datos sobre nuestras acciones, preferencias, amistades y contactos, hábitos, desplazamientos y quien sabe qué cosas más. Son datos que proporcionamos a veces conscientemente, como cuando damos un me gusta sobre un enlace o calificamos pobremente el pésimo servicio del restaurante de anoche; a veces lo hacemos inconscientemente cuando aceptamos incorporarnos a algún servicios sin leer con cuidado las 27 páginas del acuerdo. Son cosas que a veces hacemos sin darnos demasiada cuenta de lo que hacemos: a veces, como resulta obvio, cuando calificamos un restaurante, le ponemos cinco estrellas y lo recomendamos a los amigos diciendo que el lugar X tiene el mejor spaguetti al vongole de la ciudad. A veces lo hacemos haciendo check-in o posteando en nuestro muro que estamos aquí y colgamos la foto del spaguetti con una cara de alegría que por sí solo recomienda el restaurante y el plato. A veces lo hacemos de manera menos clara, menos evidente, simplemente cargando con nosotros nuestro teléfono en carteras y bolsillos dejando que el teléfono registre y comparte nuestra ubicación con la precisión de GPS permitiendo, a quien tenga acceso y sepa cómo, saber que estamos por tercera vez en el mes en aquel restaurante italiano y pasamos más de una hora cada vez.
La tecnología per-se no es buena o mala. El tener la aplicación abierta, identificando y reportando el lugar exacto en que nos encontramos, puede reportar nuestro afecto a la comida italiana, pero también permite consolidando los datos de muchos conductores, modelar el tráfico en tiempo casi real de las calles y rutas de la ciudad, identificar las zonas de tráfico, los lugares con accidentes reportados, encontrar un estacionamiento público o la estación de servicio más cercana. Al identificar donde están los puestos de policía y radares en las rutas, los conductores reducen la velocidad para evitar las multas y alguien eso le puede disgustar porque siente que los otros hacen trampa para evitar las multas, alguien más, en cambio puede estar contento, porque piensan que así los conductores bajan la velocidad y se evitan accidentes.
Pero sin duda, estas aplicaciones y servicios hacen sus cosas, utilizando los datos de los usuarios y a veces su espontánea contribución. En ocasiones la forma de monetización puede surgir de la venta de publicidad a terceros, de la prestación de bienes y servicios extremadamente personalizados o de la propia venta de los mismos datos. Los niveles de personalización a los que se puede llegar van mucho más allá de las cosas en que usamos y sobre las que hacemos clic. Se trata cada vez más de las cosas que usamos. La banda que usamos alrededor de la muñeca cuando corremos, el reloj que va a través de sensores captura datos biométricos como la temperatura, el ritmo cardíaco o, muy pronto, los niveles de azúcar en la sangre. Se trata del palo híbrido que va a detectar perfectamente el momento y el punto en el que echa a perder el swing y detecta el desvío en el ángulo que tiene la cara del palo al pegarle a la pelota.
Los creadores de esos bienes y servicios, no todos por supuesto, consiguen generar riqueza gracias al desarrollo de tecnologías, a la innovación, a la estrategia, a la oportunidad y hasta la suerte. En ese proceso la recolección y procesamiento de datos son un elemento esencial. Déjeme decirlo más claro, esos datos son sus datos y mis datos, los de su vehículo, los de su mascota. Desde el punto de vista del país y de la sociedad, colectivamente, se puede decir nuestros datos. A esto se debe sumar algo que se denomina el efecto de red (1) que haciendo una simplificación nos dice que parte del valor de la red viene determinada por su tamaño (cuántos miembros) y calidad (cuáles miembros), es decir que, aun si Groucho Marx no hubiese aceptado ser miembro de un club que lo admita, muchos de sus admiradores sí habrían intentado ser miembros de ese club si él se hiciera miembro con una extensión adicional: una red que tiene a muchos de mis amigos como miembros puede saber cosas de mí aun sin yo ser miembro, gracias a cosas como las invitaciones que esos amigos me extienden para que me una a ella usando mi correo, los comentarios de las cosas que hacen y la sabiduría contenida en el viejo refrán que dice “dime con quién andas…”.
Entonces, surge la pregunta, se puede hacer una analogía entre, por ejemplo, la explotación de recursos minerales y estos modelos de negocio, se puede considerar que cuando se da una concesión para que una empresa extranjera, sin una filial local, de minería vaya a un país determinado a explotar unos recursos y consecuentemente pague regalías e impuestos por esa explotación, y la explotación de datos de los ciudadanos de un país por una empresa extranjera, sin una filial local. Por supuesto que, en el primer caso la empresa físicamente tiene que establecer algún tipo de presencia y en el segundo, probablemente no. Y ese no es, al menos en parte, gracias al desarrollo de una infraestructura de comunicaciones que permite precisamente esa interacción.
Si su respuesta es sí, la segunda pregunta es inmediata: ¿cómo? ¿Esperamos tal vez que una empresa determine, con algún criterio, que parte le corresponde a qué país y que tal vez tenga que declarar en la gran mayoría de países del mundo? Si no es así, hay que establecer mínimos para considerar que esa participación en los tributos le corresponden a un país, y que criterios podrían o deberían considerarse para determinar esos límites? Son criterios como cantidad y tipo de datos, ancho de banda, número de usuarios válidos o absurdos. Y si estos criterios le parecen absurdos, entonces consideraría quizás elementos más tradicionales como las ventas, ¿no se estaría rompiendo, al menos para algunos países, algunos criterios actuales en comparación con la economía no digital?
Saludos y suerte.
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4 comentarios
Raúl, esta serie muy interesante de posts levanta cuestiones extremadamente relevantes para las AATT. La estrategia de dejar la economía digital florecer sin tributos para después cuidar del asunto ya está agotándose.
¿Qué tal al final de la serie publicar alternativas que estén sobre la mesa para que la economía digital contribuya a la financiación del Estado?
Abrazo,
Estimado Raúl: El tema que desarrollas en tus 5 publicaciones son un desafío para las unidades de investigación y desarrollo de las unidades de Política y de la AT,ya que en muchos casos no figuran los elementos constitutivos de la obligación tributaria plasmada en forma legal o administrativa, pero como muy bien lo describes son ingresos, en ciertos casos de cantidades muy importantes que trasiegan la cibernética de los países y dificultan su localización. Si se trata de comercio exterior se desconoce el país de origen o de destino y en su caso quien es el verdadero contribuyente. Ese comercio instrumentado de forma digital y que responde a la economía informal y que tradicionalmente denominamos subterránea ahora se convirtió, parte en «etérea» ya que tambien transita por canales no sólo digitales sino telemáticos o virtuales no asibles por sistemas tecnológicos comunes.
Así los conceptos de domicilio fiscal, residencia, jurisdicción, competencia, así como el de «establecimiento permanente» contemplados en los códigos tributarios o en las leyes impositivas y que suelen analizarse en los convenios de doble tributación ente los diferentes países o mercados o uniones económicas sufren cierto desmedro recaudatorio y posibilitan la evasión. Hoy leí un articulo periodístico que consiste en el comercio derivado de los descartes de las computadoras que se envían a países africanos para que las conviertan en rezagos los niños percibiendo muy bajos ingresos pero que quienes los utilizan como mano de obra barata perciben suculentas ganancias, las cuales no se registran por los convencionales métodos de transferencias financieras.
Reitero y me adhiero a tus especulaciones de esta y similar naturaleza y te felicito por tu empeño a contribuir a la mejor Política Tributaria que debe simplificarse y hacerse más equitativa y generalizada sin perder su objetivo no sólo de satisfacer los ingresos presupuestarios sino también que facilite el desarrollo económico más que el crecimiento del PIB que incremente una más eficiente y transparente conducta distributiva, con una administración tributaria que coadyuve a fiscalizar y recaudar los tributos en el menor tiempo posible y con el menor costo permisible,en síntesis con eficiencia, utilizando el método del camino crítico,
Un abrazo
Si una empresa usando «global data mining», como por ejemplo amazon.com, declara sus beneficios al IRS de Estados Unidos, los beneficios del data mining son tributados…pero por el estado de la empresa que utiliza los datos. Por otra parte, todos los clientes de amazon no tienen que declarar su ubicacion, sin embargo es posible localizar las descargas y las entregas de productos, y en base a estas descargas y entregas de productos, definir que volumen de negocio corresponde a que estado para una empresa global.Si dicha empresa no tiene presencia fisica o juridica en estados en donde residen parte de sus clientes, ¿podriamos imaginar acuerdos entre administraciones tributarias para restituir parte de los beneficios de las empresas a los paises en proporcion del volumen de descargas y de entregas?
Buen Día.
EL tema también se relaciona con los Convenios Internacionales Tributarios que también deberían desarrollarse dentro de la Economía Digital. Los Estados para enfrentar y resolver los casos de doble imposición internacional celebran acuerdos o convenios para regular esta situación. Estos convenios contemplan no sólo las reglas que usarán para evitar la doble imposición sino también los mecanismos para que se dé la colaboración entre las Administraciones Tributarias a fin de detectar casos de evasión fiscal.
Mediante el uso de los convenios, los Estados firmantes renuncian a gravar determinadas ganancias y acuerdan que sea sólo uno de los Estados el que cobre el impuesto o, en todo caso, que se realice una imposición compartida, es decir, que ambos Estados recauden parte del impuesto total que debe pagar el sujeto. Tal vez generar y desarrollar mecanismos para establecer un proceso de Arbitraje Tributario Internacional con personal competente.
Pero también recordar que en la década de los ’60 en algunos de los países miembros de la constituida OCDE, se realizo la elaboración del modelo OCDE para resolver el problema entre los mismos.
El modelo de la OCDE fue, concebido por los países miembros para resolver temas de la relación bilateral entre países miembros. Se trata de un esquema que privilegia y prioriza la imposición en el país de residencia en desmedro del país fuente o de origen de la renta para resolver el referido “supuesto problema”. A título de ejemplo, en la relación entre Francia e Inglaterra el modelo resulta razonable porque se trata de países que son al mismo tiempo pagadores y receptores de renta el uno del otro.