¿Hacia qué Estado de Bienestar queremos dirigirnos?
El para qué de los impuestos en tiempos de crisis económica
Aunque los impuestos a muchos, a la mayoría, les suenan tediosos, técnicos y alejados…en realidad, queramos o no, ¡forman parte de nuestra vida cotidiana!.
Posiblemente el problema parta del hecho de que nunca nos hayan explicado el porqué y para qué de los impuestos, y probablemente los veamos más como una imposición de la Administración Tributaria de turno, que como un deber democrático de todos los ciudadanos (en el caso de España se incluye en el art. 31 de la Constitución Española).
Con la crisis global que vivimos, parece que los impuestos «pesan» todavía más para la ciudadanía. Sin embargo, son los impuestos con los que se financia la oferta pública de servicios y prestaciones. En España, y según los datos del último Barómetro Fiscal 2010 del Instituto de Estudios Fiscales, existe una moderada satisfacción con esta oferta, aunque parece que es la sanidad el servicio público por el que se justifica casi únicamente este pago de impuestos.
¿Se pone en entredicho la necesidad del pago de impuestos para sufragar servicios y prestaciones públicas? o ¿la relación de intercambio fiscal actual (impuestos sobre servicios) ya no justifica la presión fiscal que soportamos?.
La política tributaria consiste en usar los impuestos, junto con otros instrumentos fiscales, para logar los objetivos económicos y sociales que se desean promover. Y por tanto, en un Estado social y democrático de derecho como el actual, los programas de gasto público son los que determinan tanto el grado de presión fiscal (cuántos impuestos pagar), así como los rasgos y características de las diferentes figuras impositivas.
Sin embargo, no cabe duda de que todo sistema tributario se encuentra en reforma permanente, en la medida que depende de la propia estructura productiva del país, de su estructura social y de las decisiones políticas de la clase política gobernante. En España hoy en día contamos con altas tasas de desempleo (24,44%,según datos del primer trimestre de 2012 de la Encuesta de Población Activa) y sufrimos necesidades de recorte del gasto público, todo lo que supedita claramente las decisiones políticas en materia tributaria.
La eficiencia de toda política tributaria depende principalmente del funcionamiento de la propia Administración Tributaria, así como del grado de cumplimiento de las obligaciones tributarias entre los contribuyentes. Actualmente parece criticarse el funcionamiento de la Agencia Tributaria española como gestora de esta política tributaria (sobre todo por su ineficacia a la hora de luchar contra el fraude), así como se está produciendo una mayor resistencia fiscal entre los ciudadanos (aumenta el fraude).
Parece que hasta el momento el sostenimiento del actual sistema se justificaba en la medida de que la mayoría teníamos un puesto de trabajo y la presión fiscal era «manejable» porque no existía mucha resistencia al cumplimiento. Sin embargo, vivimos una nueva situación económica, política y social muy diferente a la que vivíamos cuando el sistema fue diseñado, por lo que parece necesario replantearse uno nuevo en el que se reequilibren las vías de recaudación y/o se reestructuren los programas de gasto público. ¿Tan sólo cuando nuestra economía, nuestro empleo y nuestra política se desestabiliza nos planteamos cuántos impuestos pagamos y para qué los estamos pagando?, ¿acaso no es ahora cuando es más necesario ser «solidarios» para salvaguardar el actual Estado de Bienestar?.
En definitiva, la pregunta principal que habría que plantearse es: ¿hacia qué Estado de Bienestar queremos dirigirnos: salvaguardar el actual; reducirlo a los servicios públicos y prestaciones sociales básicas (sanidad/educación/serv sociales); o bien tender hacia una mayor privatización?. Sin duda esta reflexión es básica a la hora de poder opinar sobre cuántos impuestos estamos dispuestos a pagar y cómo distribuir el gasto público.
¡Espero vuestros comentarios!!
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5 comentarios
Estimada María, te felicito por el excelente blog, con un tema tan importante. LA definición de que estado queremos es fundamental y debe ser considerada siempre cuando comparamos niveles de presión tributaria. Por ejemplo, no podemos comparar simplemente la presión de Brasil, por los 36%, con la de Chile, por los 19% e concluir que uno tributa mucho o el otro poco. Son modelos de sociedades distintas, como por ejemplo la seguridad social. Solamente la inclusión de las contribuciones a la seguridad social chilena, que es privada, pero de pago compulsorio, ya eleva la presión de Chile para mas de 25%. O sea, una comparación de presión fiscal de los países no puede estar alejada de un análisis del tipo de Estado que tenemos en los distintos países. Me gusta mucho el tema que planteas de que no educamos la población del porqué y para qué de los impuestos. Pocos ciudadanos de nuestros países conocen las cuatro posibles fuentes de financiación del Estado. Sea la peor de todas, el Impuesto Inflacionario, que nosotros latinoamericanos tan bien conocimos y que tanto ha contribuido para agravar la mala distribución de la renta; la Deuda Publica, un impuesto a las futuras generaciones y limitada en sus niveles por muchas razones; los Recursos Naturales y las Rentas patrimoniales del Estado, que desafortunadamente no están disponibles en la mayoría de los países y, finalmente, los Tributos, sin los cuales no hay como financiar el Estado deseado, sea cual sea.
Estimada María, me gusto mucho tu blog. Plantea un dilema que existe no solo en España, sino en la mayoría de la población de los Estados Latinoamericanos. Por lo general, un contribuyente globalizado si puede discernir si en un Estado se paga mucho o poco impuesto, pero un contribuyente local, en casi todos los países cree que los impuestos son altos para los servicios públicos que recibe. Es de esperar que todos los ciudadanos sueñen con un «Estado de Bienestar», pero pocos confían en los Estados, lo cual es grave (Ej.: imaginemos accionistas que no confian en sus compañías). Ello los lleva a contribuir lo mínimo indispensable. Con relación a las privatizaciones, no podría decir si son deseables o no, pero si puedo aseverar que una privatización mal gestionada termina trasladando enormes márgenes de utilidad a los usuarios de los servicios que prestan, a cambio de malos servicios (Ej.: algo que vivi en mi país, cuando las Aseguradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones en ciertos casos brindaban rendimientos inferiores a las comisiones que cobraban). Tal como menciona Márcio Verdi, la presión tributaria es muy dificil de comparar y como argumento agregaría que esta depende en parte de la eficiencia del gasto público. En otras palabras, si es baja y hay bienestar, seria la adecuada.
Lo difícil en el tema impositivo es como controlamos de forma efectiva la capacidad de pago ya que si estuviera bien evaluada, la progresividad del sistema tributario debería garantizar la equidad. La realidad está muy distante ya que como se puede comprobar, en el campo de la imposición directa el peso está en las rentas salariales, las rentas del capital siempre tributan atenuadamente y las rentas empresariales están incontroladas ,por diferentes motivos, en un porcentaje significativo. Al final los perjudicados somos los los «ricos» asalariados que tributamos al marginal más alto y finalmente pagaremos las medicinas, la sanidad y la educación también con progresividad ya que las cuentas no salen ni saldrán.
Estimada María: Este tema que planteas es interesante en la medida en que cada ciudadano de nuestros países busca, obviamente, los mayores beneficios que su Estado pueda darles a cambio de los menores aportes posibles.
Un factor común que encontré en diversos países, en los cuales trabajé en el tema tributario, es el de la percepción del ciudadano sobre el resultado que le provoca en su día a día el pago de impuestos.
Como bien dice Marcio en Brasil se analiza la presión tributaria y se quedan asombrados de la cantidad de impuestos que pagan anualmente, hace un par de días salió una nota que decía que 3 meses de ingresos estaban destinados para el pago de impuestos, frente a otros países que consideran que es el Estado que debe darles un subsidio directo por los ingresos que tiene por la explotación y exportación de sus recursos naturales.
Entonces la percepción del grado de aportes frente a los beneficios que se obtiene es que surgen, como en España, en los períodos de crisis, situación permanente hace muchos años en centro y sud américa, donde el interés por cumplir con el pago de impuestos es tan grande como la posibilidad de no pagarlos y si a eso le sumamos políticas erráticas en cuanto a la estabilidad legislativa, la posibilidad de no pagar será mayor frente a un incremento en el nivel de exigencia para los gobernantes de cumplir con el pueblo.
Que complicado esto de los impuestos, falta educación?, civismo?, compromiso?, resultados?, en realidad no hay una respuesta única y es por ello que la creatividad de los administradores tributarios debe ser permanente para incentivar el cumplimiento sin fijar posiciones rígidas e inamovibles frente a la crisis económica mundial.
Muchas a gracias a todos por sus comentarios.
Sin duda, la perspectiva sociológica de la fiscalidad da lugar a múltiples y varios indicadores que permiten mejorar la gestión de la hacienda pública.
El cumplimiento fiscal voluntario al que se dirige cualquier Administración Tributaria contemporánea no tiene sentido sin unos ciudadanos-contribuyentes informados y educados en el porqué y para qué de los impuestos. Así, es necesaria una importante transparencia en los ingresos y gastos públicos, así como la imagen de una gestión eficiente y sin corrupción.
Son los propios ciudadanos los que deberían de tener claro en qué Estado de Bienestar quieren vivir, porque en función de ello se verán sometidos a una mayor o menor presión tributaria, así como a un mayor o menor acceso de bienes y servicios públicos.