La orquesta del Titanic…
El orden social vigente ha demostrado su incapacidad para controlar las circunstancias adversas que la naturaleza y el comportamiento humano provocan en la convivencia, los efectos de la pandemia Covid-19 han incorporado en la sociedad la incógnita de su futuro.
La falta de solidaridad de la sociedad, la inequitativa distribución de recursos, la falta de planificación, la corrupción, la incomunicación de las instituciones, el autoritarismo y especialmente la desigualdad en el ingreso, han constituido soporte de la organización y el orden imperante.
¿Cómo alimentarán las instituciones recaudadoras las debilitadas arcas del Tesoro en las adversas condiciones económicas que el virus ha traído? ¿Cómo podrán los gobiernos superar la falta de recursos para atender el inmediato plazo?
En procura de respuestas he recurrido a diversas opiniones que me llevaron a la conclusión de que, continuar con el orden social e institucional imperante será imposible en el mediano y largo plazo. La humanidad debe reestructurar las líneas de coordinación de los países mediante acuerdos internacionales que hagan posible un ambiente solidario para la supervivencia y convivencia en armonía.
Las epidemias han estado presentes en la historia de la humanidad[i], han marcado la realidad puntual de muchas poblaciones y coincidentemente con ellas han ocurrido cambios importantes de la organización social.
En el siglo VI en pleno Imperio Bizantino apareció una pandemia conocida como la “Peste de Justiniano”, la primera de la que se tiene constancia. La capital imperial perdió casi el 40% de su población, y en todo el imperio se cobró la vida de 4 millones de personas. Muchos historiadores ven en este debilitamiento del Imperio bizantino una de las líneas divisorias entre el ocaso de la Antigüedad y la floreciente Edad Media.
En la Edad Media la peste negra afectó a la humanidad, convirtiéndose en una de las mayores pandemias de la historia. Su peor momento fue entre 1346 y 1553. Dio lugar a un fuerte impulso a la investigación científica y cinco siglos más tarde se descubrió su origen animal. Como resultado de esta pandemia la población europea pasó de 80 a 30 millones de personas. Algunos historiadores sostienen que la mortandad provocada por la pandemia, consecuente de una fuerte migración del campo a las ciudades, pudo haber acelerado el arranque del Renacimiento y el inicio de la «modernización» de Europa.
La viruela es la que mayor mortalidad ha reportado en el mundo. Se dice que apareció alrededor de 10000 A. C., que en el siglo XVIII diezmó poblaciones enteras, llegando a tener tasas de mortalidad de hasta el 30%. Se encontró su vacuna en 1796.
Entre 1918 y 1920, la gripe española acabó con la vida de aproximadamente 100 millones de personas, su proliferación se vio favorecida por la Primera Guerra Mundial que puso como fin a los cuatro grandes imperios de Europa: el imperio Austro-húngaro, el imperio Otomano, el imperio Alemán y el imperio Ruso. La férrea censura de los países implicados en la primera guerra mundial escondió la gravedad de la epidemia que se globalizó con el masivo y rápido movimiento de militares por todo el mundo.
En 1957 se registró por primera vez en la península de Yunán, China, el virus de la gripe A (H2N2) de procedencia aviar, registrándose un millón de muertos en todo el planeta. Tan solo diez años después, en 1968 apareció la llamada gripe de Hong Kong, una variación del virus de la gripe A (H3N2). Un millón de personas fueron las víctimas que causó esta nueva cepa de la gripe.
Los primeros casos de una de las pandemias más graves y recientes es la del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida, el VIH, SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) tuvieron lugar en 1981. Se calcula que el VIH ha podido causar alrededor de 25 millones de muertes en todo el mundo, a la fecha no existe vacuna, los tratamientos con medicamentos especializados han logrado prolongar la vida.
El COVID19 apareció a fines del 2019 y en poco tiempo ha logrado moverse de manera global, dificultando su control. La actual pandemia ha puesto en evidencia fallas globales de salud pública y la debilidad en las fronteras y en los medios actuales para contenerla. Al mes de agosto de 2020 se estiman alrededor de 800.000 muertes.
Nos ha recordado la vulnerabilidad del ser humano, su incapacidad de vivir de manera solidaria en una sociedad que ha invertido los valores y nos ha obligado a revisar la historia y proyectar nuestra trascendencia.
¿Qué hemos aprendido de las anteriores pandemias?
La significación económica de las consecuencias de la actual pandemia es la más importante de la historia contemporánea desde el siglo XIX. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)[ii]proyecta para fin del 2020:
Se trata de un colapso económico que resultará seguido de una recuperación, que según la OCDE nos llevaría al menos dos años para volver a la situación del cuarto Trimestre de 2019.
Frente a esta situación los gobiernos aplican medidas paliativas para ayudar a contener el contagio tales como: destinar recursos a la prevención, detección, control, tratamiento y contención del virus; proporcionar servicios básicos a las personas que deben permanecer en cuarentena y a las empresas afectadas; proveer subsidios salariales a las personas y las empresas; aumentar y ampliar transferencias de efectivo y especies a los grupos vulnerables.
En lo tributario están otorgando alivio a las personas y empresas que no pueden hacer frente al pago de sus impuestos a través del aplazamiento de deudas, reducción de intereses y multas; ampliación de plazos presentación y pago de las declaraciones y agilización de devoluciones entre otros. Asimismo, continúan las operaciones de suministro de servicios a los ciudadanos, contribuyentes e importadores, apoyándose al máximo en medios electrónicos y sistemas de comunicación virtual.
Según datos relevados por la Cepal, el esfuerzo fiscal promedio, previsto en América Latina para enfrentar los gastos de la pandemia es del orden del 3,2 por ciento del PBI, con un máximo del 11.1 por ciento en el Salvador y un mínimo de 0,2 por ciento en Haití.
Sin embargo, señala el mismo organismo que los esfuerzos fiscales para afrontar la crisis tienen lugar en un entorno macroeconómico poco favorable y altamente incierto, debido a los siguientes factores:
El Reporte de Recaudación COVID-19 (RRC) del CIAT, Julio 2020 muestra caídas de la recaudación en los países miembros que complican su situación fiscal. Según este informe el nivel de recaudación acumulada a mayo del 2020 cayó en promedio 12.1% con respecto al mismo período del año 2019.
La capacidad disuasiva de las Administraciones Tributarias parece insuficiente para superar los efectos que la crisis producirá en la recaudación para alcanzar mínimamente a solventar las necesidades generadas por la pandemia.
Es evidente que, tras años de gobiernos, los países no han previsto las condiciones económicas y sociales necesarias para controlar fenómenos naturales como el que se ha presentado y que como vimos anteriormente, no son nuevos para la humanidad.
Esta situación está dando lugar a múltiples especulaciones respecto el futuro que resta a la humanidad a partir del virus, tal como las siguientes:
Mireille Delmas-Marty[iii],
Jurista francesa, profesora Emérita del Collège de France y miembro del Instituto de Francia, piensa que la indignación ciudadana frente a las desigualdades sociales, las revueltas de las nuevas generaciones y el llamamiento de los científicos sobre los cambios climáticos no han sido advertencias suficientes. Dice que ha sido necesario un virus para hacer temblar el mundo y estremecer las certidumbres de los dirigentes sociales.
Delmas-Marty expresa que la crisis sanitaria es una demostración casi perfecta del grado de interdependencia alcanzado por nuestras sociedades, ningún Estado ni comunidad nacional podría en el tiempo mantenerse solitario y que ha llegado el momento en que la soberanía se torne solidaria y que cada cual se encargue de los bienes comunes mundiales, ya se trate del clima o de la salud. Sólo la comunidad mundial podrá definir objetivos comunes y responsabilidades para Estados, organizaciones internacionales y empresas multinacionales.
Un artículo publicado por La Voz de Argentina hace referencia al Informe de Desarrollo Humano 2020 del Programa ONU para el Desarrollo (UNDP)[iv], donde se resalta que el Covid-19 dejó en evidencia las falencias estructurales a nivel global tales como la pobreza, las fallas en materia de educación, la falta de trabajo y la cuestión ambiental, que afectan a todo el mundo y advierte que es hora de afrontarlos. Según el mencionado artículo, Inger Andersen, director ejecutivo del programa de Ambiente de la ONU sostiene que “La naturaleza nos está diciendo que la salud y el planeta están interconectados; nada volverá a ser igual, pero puede ser mejor si todos, personas y comunidades, hacen elecciones sabias, conscientes de qué marca deseamos dejar en el planeta”.
En el mismo artículo se menciona al administrador del Programa de Desarrollo del organismo, Achim Steiner, quien señaló que “debemos repensar nuestros modelos económicos y sociales; cada crisis trae consigo una oportunidad que los líderes globales deben tomar”.
Personalmente creo al respecto, que enfrentar las condiciones que la economía, la distribución de los bienes naturales y la situación sanitaria presentan, obliga a las instituciones a mirar más allá de sus realidades y a prever condiciones que propendan a una mejor identidad e integración de los protagonistas de estos trágicos escenarios naturales de excepción, en los que quienes deben procurar el orden social no pueden hacerlo y quienes lo viven lo desconocen.
La ciudadanía universal debe concurrir en mejores condiciones de solidaridad para asegurar la eficacia de los esfuerzos que requieren las amenazas naturales en un mundo en que la anomia social y las condiciones naturales se presentan a un desbordado crecimiento demográfico y al tan limitado como vulnerable uso que se hace de la tecnología disponible hoy sostén de la creencia en que la supervivencia del hombre puede ser abordada solo con su desarrollo.
Alvaro Bedoya[v], fundador y director del Centro de Tecnología y Privacidad de la Universidad de Georgetown, cree en los argumentos a favor de un monitoreo universal. Menciona que las emociones de vivir entre las masas y explorar la vida social en las ciudades constituyen un antídoto ante la anomia impuesta por la modernidad; que nuestra capacidad de protestar contra un Gobierno, sin temor a ser vigilados o perseguidos es un elemento inherente a la condición de ciudadano anónimo, pero tal derecho no suma valor alguno a las economías. Las exploraciones emocionales o protestas callejeras configuran la dimensión más importante del tejido social de la democracia liberal, podemos empezar a valorar lo que ambas nos proporcionan. Sostiene, sin embargo, que en los próximos años las sociedades occidentales tendrán que decidir si se debe seguir permitiendo la libre circulación de personas anónimas en sus ciudades”.
Bedoya argumenta que las normas legales que protegen el derecho al anonimato constituyen un accidente histórico, que el sistema socioeconómico un impulsor exitoso de tecnología, siempre ha carecido de la capacidad (o inclusive de la necesidad) de inventar e imponer un sistema para rastrear a todos a todas horas y que la llegada de la covid-19 ha eliminado esos límites. Concluye que “Los argumentos a favor de un monitoreo universal serán más que formidables y sobre todo, cuantificables: “X” miles de muertes que se evitan, “Y” millones de empleos que se mantienen, y “Z” billones de euros en producto bruto doméstico que no se pierden”.
Pedro Canales[vi] en la publicación española Atalayar, asegura que, una vez controlada la pandemia, “cada país tendrá que hacer frente a su propia reconstrucción por la hecatombe generada y en conjunto enfrentarse a un incierto futuro”. Que el liderazgo mundial que ha faltado podría ser asumido por la ONU, siempre que se adopten nuevos Estatutos y se reorganice el Consejo de Seguridad o se suprima creando otros consejos ejecutivos por áreas.
Advierte que es “necesario dotar una estructura mundial ejecutiva para prevenir futuras y quizás más peligrosas pandemias como la de un virus informático indetectable que colapse el sistema internacional”.
Sostiene que ningún país puede erigirse en guía e imponerse, ni en la ONU, ni en la OMS, ni en el Banco Mundial, la FAO o el Fondo Monetario Internacional. La COVID-19 ha abolido con su masacre estos privilegios. Como paso previo a la restructuración mundial del concierto de naciones, pronostica indispensable reforzar la cooperación e interacción regionales.
Tal vez estemos en víspera de cambios paulatinos y prolongados en la organización social, la pandemia ha alertado la inconveniencia de continuar con la pobreza y la desigualdad existente en el universo. Mientras la ostentación de riqueza y poder se pasa por las narices de los más necesitados, es bueno que cada quien se haga responsable de sus derechos a emerger en la sociedad simultáneamente con su obligación de permanecer en ella de manera solidaria.
Como Bedoya anticipa, quizá haya llegado el momento de monitorear las conductas a partir de sentar bases en el registro universal de la humanidad.
El virus ha puesto a la orden del día la necesidad de reorganizar las instituciones nacionales e internacionales y renegociar nuevos acuerdos entre las naciones, si no lo hacen, sus acciones tal vez resulten la “música del naufragio”.
[i] National Geographic, grandes pandemias de la historia
[ii] CEPAL, Panorama Fiscal de América Latina y el Caribe. La política fiscal ante la crisis derivada de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) 2020
[iii] MIREILLE DELMAS-MARTY, Someter la globalización a reglas del Derech
[iv] Para la ONU, la pandemia obliga a repensar el mundo
[v] Álvaro Bedoya, Lucha por el derecho al anonimato
[vi] Pedro Canales, La COVID-19 obliga a repensar todos los organismos internacionales
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10 comentarios
Felicitaciones, José Luis.
Análisis clara y muy actual del momento que pasamos y sus posibles consecuencias (para el bien o para el mal).
Muchas gracias Antonio, aprecio mucho tu comentario, los años que llevas desarrollando sistemas en apoyo de Administraciones, algunos de los cuales hemos compartido, me permiten reconocer su valioso contenido. En este caso me he preocupado por el futuro probable y el futuro deseable que nos deja esta pandemia y por no poder pronosticar soluciones en ninguna de las dos etapas, he dado el «salto cuántico» para definir o intentar definir un polo prospectivo y desde allí procurar un llamado advirtiendo los efectos que resultan de «volar bajo» y considerar que las soluciones están al alcance de la mano, no es así, la organización y el orden universal a mi juicio deben cambiar rotundamente.
agustin gatto
muy bueno gallego nunca pense que vos escribieras tan bien cosas no tecnicas
y que plantean la realidad actual y el desarrollo futuro necsario
Muchas gracias Agustín, he llevado 32 años de ejercicio activo y al menos otros 15 de consultor creyendo que la acción disuasiva de la Administración era suficiente para modificar comportamientos, durante los siguientes 15 que llevo en la asistencia de Administraciones y sobre todo los últimos 6 formando posgrados me han ido formateando el pensamiento antiguo para concluir que la disuasión es insuficiente para ello, que la conducta se forma atendiendo variables ajenas a la competencia administrativa y propias de la sociopolítica, la economía y la tributación eso me ha llevado a interesarme en la relación del pacto sociedad estado y es allí en que la técnica perdió relevancia para mi criterio.
En este caso el futuro de la economía y especialmente de su variable quizá mas importante para la coyuntura pos pandemia: la política fiscal, acusan un futuro impredecible según mi modesta investigación, las soluciones escapan a los canones tradicionales y el mundo debe buscar en la solidaridad un nuevo orden.
Felicito el artículo muy actual y profundo en su contenido, el estado jugará un papel muy importante en esta difícil coyuntura, la población será más incisiva en la elección de sus gobernantes para poder obtener una satisfacción a sus necesidades esenciales, las administraciones tributarias tendrán que actuar sobre esa porción de la economía dónde no ha colapsado totalmente, es momento que pensar en mirar en redistribuir la riqueza implementando un régimen tributario de emergencia, dónde impositivamente se grave un porcentaje de los ingresos eliminando totalmente las exoneraciones o buenas condiciones tributarias dónde se concentra la riqueza, es momento de la redistribución, manteniendo buenas condiciones para que se desarrolle la empresa y trabajo digno, de haber cambio lo habrá después de la tormenta sigue la calma, y vendrá la reconstrucción total de la economía y la sociedad, eso es inegable.
Muchas gracias David, coincido con tu pronóstico, los estados jugarán un rol importante en la coyuntura, al momento sus gestiones han demostrado insuficiencia o en el peor de los casos falencias para el cumplimiento del pacto social y en dirección de las economías para superar las condiciones de desigualdad y pobreza en que se desarrollan las comunidades que gobiernan.
Muchas veces los gobiernos son el resultado de democracias producto de insuficiencia educativa resultado de las deficiencias apuntadas en la gestión del Estado, débiles ante la riqueza, el autoritarismo y la falta de solidaridad social.
La coyuntura pos pandemia a mi juicio no augura un futuro de las soberanías tal como las conocemos, tal vez resulte necesario una mayor coordinación de los Estados y de las instituciones internacionales en procura de mejores condiciones para la conservación de la armonía.
Las propuestas que haces para los ajustes tributarios tienen coincidencia con los presentados por un panel de principales tributaristas en un webinar organizado por el CIAT, en lo personal pienso que la estrategia apunta a que la carga recaiga sobre los que siempre contribuyen, pero creo que simultáneamente ha llegado el momento de recuperar los créditos derivados de actos ilícitos no incluidos en la impunidad de los regímenes especiales que hoy disfrutan de libertad en los paraísos fiscales. Ello requiere condiciones jurídicas “súper especiales” y una participación universal compatible con los requerimientos de solidaridad que a gritos llegan desde una sociedad empobrecida.
Gracias por tu opinión David, el virus nos advierte y la humanidad tiene la responsabilidad de atenerse a las consecuencias
Saludos estimado José Luis, y felicitaciones por este blog tan interesante por los diversos aspectos que comenta sobre la actual pandemia global; y contundente contenido y bibliografía.
Me encantó !
abrazos !
Muchas gracias Panchito valoro mucho tu generoso comentario por un blog nacido en los efectos de un virus que deja en evidencia las fallas de los Estados en el cumplimiento del pacto social y los tristes resultados en la sociedad derivados de ellas.
En la claridad del panel del último webinar CIAT, percibí angustia por los trágicos efectos pos pandemia en el futuro del mundo que me hizo ratificar la que siento.
Creo que las naciones deben mutar su rumbo en procura de una convivencia solidaria que contribuya a disminuir la desigualdad y controlar la pobreza derivada de estas difíciles circunstancias.
El blog transmite en tal sentido una advertencia para el cambio, todos seremos responsables de sus consecuencias.
Abrazo fuerte.
Muy interesante Gaita…recien lo leo, porque con este asunto que cada dia hay mas informacikon accesible nunca se puede a estar al dia.
Una pregunta; te preguntaste que impacto tendria un » un monitoreo universal» sobre la libertad individual?
abzo,
c
Hola Carlos, aprecio mucho tu lectura de mis pensamientos, ellos son originados en el incentivo del claustro en el que estoy como todo el mundo, estos temas son apasionantes sobre todo para una vida que no ha sido sacudida en tantos años por algo igual a la pandemia que se vive. Tengo un tema relacionado El Martillo sin dueño y otro blog en preparación que destacan precisamente el tema que mencionas (uno de los mas complicados a los que como siempre apuntas …) en este caso al coartamiento de la libertad por el monitoreo facilitado por los avances de la tecnología… Tengo presente una entrevista en la que al respecto apunta Harari (Sapiens) y que menciona:
«…puede que el principal reto que afrontamos sea el que está haciendo posible “piratear” a los seres humanos, recolectar tantos datos de la gente que un sistema externo pueda llegar a conocernos mejor que nosotros mismos y trate de manipularnos. Ese puede ser su gran legado. Sobre todo si existe vigilancia biométrica, no solo para saber adónde va y con quién se encuentra una persona, sino también para observar qué pasa en el interior de su cuerpo: su presión sanguínea, pulso del corazón, actividad cerebral…»
yo al respecto agrego:…»algunos países parecen estar ya “avanzando o aspiran avanzar” en el control social que menciona Harari, tal vez con las intenciones que manifiesta… la incógnita esta en la voluntad de la humanidad (si tuviera poder para expresarla), la disponibilidad de tecnología y las decisiones de los poderes universales para hacerlo…
Abrazo