Las cosas de Bebita
Reflexiones de inocentes e iniciados
El 28 de diciembre, día que, en varios países, con motivo del día de los inocentes se juegan algunas bromas, conocí a Bebita. Una señora jubilada ya cerca de los setenta años, quién al verme y aun antes de aprender mi nombre, me regañó por haber consultado el teléfono móvil mientras esperaba la presencia de los amigos comunes que finalmente nos presentarían. Comentarle que solo trataba de verificar la hora por haber elegido no llevar el reloj, solo me habría valido un regaño mayor así que no intenté convencerla de que no estaba tratando de leer los correos no leídos, ni los mensajes instantáneos, ni los últimos Tweets de aquellos a quienes sigo, ni verificando si algún generoso amigo que también es mi seguidor re-envió un Tweet mío , ni el estado del tiempo, pues acababa de entrar, ni las recomendaciones de tráfico de los solidarios usuarios de WAZE, ni las noticias, ni los marcadores de los partidos de fútbol, ni menos, mucho menos, como había quedado algún Post mío en este Blog.
Bebita, que había trabajado toda su vida como funcionaria en una administración pública, continuó su regaño contra la tecnología, de una manera tan determinante que me hizo pensar que era todo una inocentada. “No quiero el depósito directo de mi pensión en una cuenta bancaria que puedo manejar con una tarjeta a través de impersonales máquinas regadas como robots en la farmacia, el supermercado o el cine; quiero mi cheque, y lidiar con el cajero cuando me verifique la firma. No quiero entrar en la computadora de mi nieta a presentar el formulario de la seguridad social; quiero hacerlo personalmente, y que las compañeras responsables me atiendan y me ayuden”. ”¿Aun si eso significa hacer una larga cola y mucho tiempo?” – le había preguntado yo para continuar con la inocentada. “Aun así, tengo derecho a ver y hablar con gente, y ellos la obligación de atenderme” sentenció Bebita.
Nunca fui, aunque así ya fui considerado por otros más de una vez, lo que se llamaría uno de los pioneros en cuanto a la adopción de nuevas tecnologías. Pero conocí a lo largo del tiempo a varios que adoptaron muy pronto la Web como medio de obtener noticias; y las redes sociales; y los teléfonos móviles inteligentes y, ciertamente, las tabletas y lectores electrónicos para leer libros y revistas. Estos pioneros aplicaron siempre en cuanto a las nuevas tecnologías aquel dicho de “que al que madruga Dios le ayuda” . Es cierto también que ellos adoptaron con inusual rapidez excelentes cosas que abandonaron igual de rápido cuando fueron reemplazados por algo mejor, más eficiente, más de moda, o simplemente más nuevo; aplicando también para el abandono de las cosas aquello de que “no se debe dejar para mañana lo que se puede hacer hoy”. También fui consciente que de la misma manera que hay pioneros, hay relegados. Aquellos que por falta de oportunidad o de curiosidad o por la resistencia o temor al cambio no utilizan los nuevos medios y herramientas. Bebita, sin embargo, era la primera relegada que conocí, que lo era por convicción y que estaba ahí, para decirnos a los pioneros y aficionados que “no por mucho madrugar, amanece más temprano”.
Es difícil resistir, al cambiar el año, la tentación de identificar hitos, de buscar los momentos que marcaron el inicio de un cambio decisivo, un nuevo rumbo. Aún más difícil es encontrarlos y grabarlos inmediatamente en la memoria como una etiqueta que marcará el año que pasó. Seguramente muchos recuerdan el año en que se llegó a la luna o aquel en que se puso en circulación el euro, sucesos que alcanzaron nivel de sabiduría popular inmediatamente. Otras veces, esa importancia pasa al comienzo desapercibida, al menos para la mayoría. Como ocurrió con la «World Wide Web» o simplemente «la Web» sobre cuyo diseño y primera implementación pocos habrían escuchado el 1 de enero del año siguiente, pero cuyas implicaciones tanto en los negocios como en la vida personal y en los mecanismos en que se relacionan e interactúan las personas, entre ellas y con las organizaciones y empresas, cambiaron para siempre, marcando así claramente un antes y un después. Para algunos seguidores de los medios impresos en el mundo, en particular de las revistas periódicas de noticias y opinión, 2012 será el año en que Newsweek, una importante publicación norteamericana, después de ocho décadas, decidió abandonar el papel y optar por un canal exclusivamente electrónico para su publicación.
Grupos más pequeños, algunos los llamarían focales, algunos los llamaríamos “nuestros lectores”, recuerdan cosas que marcaron cambios en un determinado sector, como la fecha de una reforma tributaria, el año en que se fusionaron las administraciones tributaria y aduanera, o el año en que entró en vigencia el IVA.
Varias administraciones tributarias nacionales y locales se esfuerzan en implementar servicios y documentos electrónicos. Segmentos de contribuyentes están obligados a realizar sus transacciones de manera exclusivamente electrónica. Algunas han definido como objetivos estratégicos el uso de la declaración electrónica por el cien por ciento de sus contribuyentes. Documentos exclusivamente electrónicos están siendo definidos. Para mí tiene sentido, es eficiente, es seguro, es tal vez la única manera de realizar los cruces de información necesarios para asegurar el correcto cumplimiento tributario. Pero al mismo tiempo no puedo dejar de imaginar a Bebita, dirigiéndonos a mí, a esas administraciones y a sus innovadores funcionarios, miradas de reproche por la cada vez mayor presencia tecnológica en la relación de las personas y la Administración. Bebita nos mira, nos reprocha, mientras sostiene en la mano una versión en papel de este Post.
Saludos y suerte.
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2 comentarios
Leyendo el post, no pude dejar de recordar aquel modelo de reloj Citizen “Anadigi” y su sucesor, el “Digiana”… así somos los seres humanos de hoy, análogos-digitales y digitales-análogos. Así son las cosas de Bebita, pues aunque no lo quiera, parte de su vida se encuentra digitalizada, pero ella vive análogamente; la comprendo, es una persona que no desea que su individualidad desaparezca, quiere ser reconocida como tal, quiere evitar la extinción de su mundo y eso es válido y, seguirá siéndolo mientras continuemos utilizando papel moneda, pues de querer volcarnos totalmente a lo digital así como están las cosas, estaremos dando paso a la invisibilidad y a mayor evasión.
hay excepciones, hay personas octogenarias que le gusta entrar a la web y tener más tiempo para otras cosas. El asunto de la evasión estará ligado al grado de inmoralidad de cada ciudadano.