¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué?
Reflexiones sobre un mensaje publicitario
Asistí hace unos días a una charla en que el expositor comentaba sobre diferentes tipos de acercamientos hacia la publicidad dirigida a vender un producto o un servicio. Me quedó claro entonces que el conferencista estaba haciendo una simplificación, tal vez excesiva. Tengo claro ahora que especialistas en mercadeo y creativos de publicidad pueden encontrar estos comentarios incluso simplistas. Pero también sé que aquellos comentarios me generaron un par de preguntas y que las reflexiones, o debería decir divagaciones, son más sabrosas si se comparten.
Se mencionaron tres formas de hacer publicidad sobre un producto: contestando las preguntas ¿qué?, ¿cómo? o ¿por qué?. En cuanto al qué, los ejemplos son muchos y pueden resultar obvios: básicamente son la descripción del producto y sus prestaciones: un vehículo con tantos caballos o con un eficiente rendimiento de kilómetros por litro o el accesorio indispensable. En cuanto al cómo, los ejemplos son menos frecuentes, qué hacer para obtener un descuento o acceder a un nuevo servicio de telefonía o a un programa de crédito de bajo coste. En cuánto al por qué, algunas veces se lo plantea de manera directa, la posibilidad de ahorro o de descansar con unas vacaciones, otras veces de manera más bien “¿subliminal?”, consumir cierto producto me hará ver tan exitoso como aquellos que lo usan frente a mí en la pantalla chica y que, gracias a su éxito, conducen el auto que me gustaría conducir, están acompañados de la atractiva gente que me gustaría me rodee, y en resumen, tienen la vida que me gustaría tener.
Mis divagaciones rondaron, ¿necesito decirlo?, sobre la publicidad que, frecuentemente o no, realizan las administraciones tributarias. Me vinieron a la memoria un sinnúmero de mensajes que fueron contratados por diferentes administraciones y planteados a través de diferentes canales y medios. A veces presentadas en televisión, a veces en radio; lo mismo en hojas volantes que en camisas estampadas, en gorras o en calendarios.
Recuerdo muchos qué: primero el obvio “recuerde que el próximo 31 de marzo vence el plazo para declarar y pagar el impuesto sobre la renta”; o el que recordaba que acogerse a tal o cual amnistía tributaria o a tal o cual programa voluntario de apertura de información le permitirá evitar o reducir el pago de multas o intereses; el sencillo pero directo “Al Día con la Administración Tributaria”; y del frecuente “solicite su factura” en todas sus compras de bienes y servicios. De éstas últimas publicidades recuerdo particularmente aquella en que el niño regaña al padre por tratar de ahorrarse unos pesos al intentar hacer una “compra sin factura”.
Recuerdo algunos cómo: primero el mensaje que instruía sobre juntar cinco, o diez o veinte facturas para enviarlas en sobre cerrado a la administración tributaria y así poder participar en un concurso en el que se podrían ganar fabulosos premios; o el mensaje menos frecuente que decía “si eres persona de tal tipo y vendiste menos de tantos miles en los últimos meses puedes optar por adherirte a algún régimen simplificado”. De éstos, recuerdo particularmente el pegajoso “sit back, relax, file your taxes on-line”(1)
Nos decía el presentador que es más difícil transmitir correctamente el cómo que el qué, y aún más el por qué que el cómo. Pero también nos decía que es más efectivo el por qué que el cómo que el qué. Las líneas divisorias son delgadas y hay áreas de convergencia y además, algunas veces una publicidad puede intentar responder a la vez a todas las preguntas.
En ese momento yo buscaba algunos por qué. Encontré dos vertientes. Por un lado, recuerdo dos comerciales. Uno corto que decía: paga tus impuestos, dale una mano al país. El segundo fue una campaña en televisión, que transmitía el mensaje de una manera alegre y casual: unos niños jugaban en ronda mientras cantaban una canción infantil venezolana titulada “Con real y medio” en la que se habían sustituido, en la letra, los animales de la canción original, por carreteras, escuelas y hospitales que el país podría tener si todos pagaban su real y medio.
Por el otro lado del por qué, recuerdo muy especialmente al ciudadano, que en voz baja y en el confesionario, confesaba sus pecadillos tributarios pare solo recibir como penitencia las multas, intereses y problemas asociados al incumplimiento.
Los dos esquemas del por qué son distintos, uno está orientado al desarrollo de cultura tributaria, de ciudadanía fiscal, de entender, aceptar y exigir los deberes y derechos. El otro simplemente nos dice que si te portas mal, la administración te va a encontrar, y que cuando te encuentre, no te va a gustar.
Los dos pueden ser importantes pero ¿cuál es más efectivo?
Saludos y suerte.
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5 comentarios
Excelentes tus reflexiones Raul, nunca habia pensado en ello de esa forma… el QQDCC (que quien donde cuando y como) constituyen la estructura para comenzar un analisis, tal vez el disertante no haya incluido el quien, donde y cuando por alguna razon, puede que no tenga claro en la cultura tributaria el quien pues regularmente la informalidad no permite reconocerlo, el donde por el lugar donde ocurre la fuga del dinero derivado de las negociaciones ilicitas y el cuando pues resulta impedescible… a quien dirigirse especificamente que no se oculte? a que lugar hacer referencia para motivar curiosidad? en que momento…??? tal vez esa omision disfrace el camino a la evasión… como hacer para motivarla al que, al porque y al como…??? bien interesante tu enfoque, tal vez para algun seminario de comunicacion tributaria… abrazo
Hola Raul, entretenido y como siempre nos invitas a reflexionar
Excelentes reflexiones, pero el cual sea mas efectivo depende de la cultura tributaria de cada país, en el caso de mi País mientras existan autoridades y funcionarios que no respetan sus promesas y que incumplan con la función que se le ha encargado no se puede pedir que exista conciencia tributaria, aun mas cuando tenemos grandes y prestigiosas empresas que no pagan sus impuestos, ejemplos hay muchos el mas notorio una minera que se fue debiendo al Perú mas de 1,200 millones de soles, entonces es claro que para nuestra realidad la única solución es crear mecanismos estrictos para que nadie deje de pagar sus deudas desde la pequeño contribuyente hasta los mega contribuyente.
Hola Raulito, gracias por tus excelentes reflexiones, que a más de amenas tienen muchísimo contenido técnico. No se cual sería el camino a seguir , seguramente, el medio camino entre los dos extremos. Lo que quería sumar a tu Blog es la importancia de utilizar los medios de comunicación-E-Social , tuitter, linkelin , facebook , etc para difundir mensajes de la AT. Creo que, hoy por hoy, estos medios tienen una gran llegada y sus mensajes credibilidad en la sociedad. Un abrazo y en espera de tu próxima entrega ,
Jorge
Hola Raúl, ciertamente los comentarios son simplistas. Al solo preguntarnos ¿qué?, ¿cómo? o ¿por qué?; estamos olvidando algo muy importante, el ¿para quién?. La publicidad puede ser vista como un antibiótico que bien puede ser de amplio espectro (usado cuando no se ha identificado la bacteria) o específico (cuando se tiene un diagnóstico certero)… es menester de la AT establecer quienes, y cómo son los receptores de la publicidad, para desarrollar los códigos necesarios y seleccionar los mejores canales para que los mensajes lleguen a su destinatario con el menor ruido, ya sea físico o semántico.