¿Quo vadis? Homo digitalis
Capítulo 16. Recursos Humanos
Si por fortuna contamos con tus vistas de manera asidua al blog del CIAT, sin duda habrás notado que últimamente nuestra conversación se ha centrado en varios elementos comunes, tales como crisis, incertidumbre, oportunidad y retos tecnológicos para las Administraciones Tributarias (entre otras). Lo cual obedece a nuestra intención explícita de proyectar los resultados de un importante esfuerzo como ha sido el ICT as a strategic tool to leapfrog de efficiency of tax administration. Pero sí acaso es tu primera vez por estos rumbos, no está de más invitarte a estudiar con detenimiento nuestro flagship.
Ahora bien, parte de esas discusiones incluye las reflexiones relativas al talento humano y su interacción dentro de las AATT con los recursos tecnológicos, pues es menester comprender que las novedades tecnológicas también cambian las reglas del juego para las personas dentro de nuestras instituciones y debemos desarrollar sus competencias, para aplicar adecuadamente las diferentes plataformas de ICT a sus funciones cotidianas.
En el Capítulo 16 de la citada publicación, nos dimos a la tarea de abordar este tema desde dos variables, el envejecimiento de las personas en las AATT y el desarrollo de personas competentes en ICT dentro de las mismas.
Esta vez quisiera detenerme en el contexto de América Latina, donde esas dos problemáticas están presentes. En el marco de la cuarentena y distancia social hemos atestiguado como un conjunto de prácticas que ya existían, se abrieron más terreno del que tenían y parecen dominar la escena: el teletrabajo y la educación a distancia, que, aunque tienen bondades no están libres de problemas en la región.
Uno de los efectos inmediatos fue habilitar los recursos de ICT para mantener la operación de servicios educativos. Lo que se basa en principios de innovación colaboración, sustentabilidad inclusión y crecimiento. Sin embargo, también es importante reconocer que aun hay rezagos sobre la función pedagógica eficiente de la educación on line, en especial para universitarios; donde la información sobre su calidad educativa arroja insuficiente información sobre sus resultados.
No porque no lo haya o no se produzca buen aprendizaje, sino por que las evidencias de éste aún son modestas para hacer inferencias con mejor tino. Y por otro lado algunas tendencias recientes de la educación siguen sosteniendo que el proceso educativo presencial es absolutamente imprescindible[1].
Si bien hay datos muy detallados a 2017-2018 aún se debe analizar con mas profundidad el uso de internet durante, y post crisis de salud, no sólo por un asunto volumétrico sino desde el impacto real que ha tenido y, en consecuencia, reconocer las ICT como parte vital para mantener en función las diferentes tareas sociales como la educación, el trabajo y la gobernanza.[2]
Seguramente a diciembre de 2020, encontraremos que el número creció más y en diferentes ámbitos de la actividad humana.
La discusión tiene absoluta importancia cuando en América Latina tenemos importantes rezagos en tecnología no sólo en las AATT sino en los sistemas educativos, que incluye la formación de profesionales, mismos que en algún punto se convierten en parte de nuestras instituciones.
De acuerdo con el informe de la CEPAL, CAF y otros, Las oportunidades de la digitalización en América Latina frente al Covid-19[3]. Los rezagos en cobertura de acceso a los servicios de internet en América latina son importantes y sus aplicaciones a la prestación de servicios públicos también, es decir, hay mucha más demanda y uso, pero no necesariamente está plenamente medido los resultados del uso del internet al teletrabajo; por ejemplo ¿cuáles serían las métricas correctas para medir el desempeño? Tiempo de conexión o tiempo de interacción no son los mejores indicadores de resultado para hablar del talento humano y su resiliencia en las AATT.
Pero el contraste es más significativo si observamos que la digitalización va en franco ascenso, pero el índice de Capital Humano se está estancando[4].
De menos es posible inferir que aún existe una brecha importante entre las competencias de ICT de las personas en América Latina y las demandas reales de las mismas en el mundo del trabajo.
En este mismo informe se comparte datos sobre las destrezas de los Millenials en ALC en 2018, donde hay un volumen importante de destrezas digitales en nuestros países, pero se disocian de otras destrezas como las matemáticas e idiomas.
Tenemos tierra fértil para crear esquemas de desarrollo del talento que aprovechen la inoportuna coyuntura, buscar lo mejor fuera de las AATT y desarrollar lo que ya tenemos dentro; ambas cosas son posibles. Para ello debemos comprender el rol estratégico de las unidades de gestión de personas en las AATT y alinearlas a la propia estrategia del quehacer tributario, lo que significa, dejar claro lo que necesitamos y cómo vamos a gestionarlo.
Probablemente esta crisis provoque la necesidad de reorganizar las AATT, sus procesos y sistemas, pero sin duda seguiremos necesitando personas capaces de llevarnos a cumplir las nuevas estrategias, o que se ocupen de pensar los nuevos procesos y recursos de ICT que se necesite para relacionarnos con el contribuyente.
Personas capaces de trabajar desde casa o trabajar en los inmuebles oficiales, pero en todo caso, listas para contribuir usando datos, redes, 5G, software de diferentes fuentes, a sus resultados. Si las preguntas son las de siempre, esta vez no funcionaran las respuestas de siempre, porque el entorno es radicalmente diferente. Así que también tenemos tierra fértil para la innovación, en un área tan compleja de la gestión pública como lo es la administración tributaria. Entonces veamos la alineación de talento humano y tecnología como un multiplicador de la eficiencia institucional.
El resultado de esta alineación es definir un nuevo perfil de servidores para las AATT, aún no sé como será llamado, el debate ya inició. Por lo pronto, ya algunos lo llaman, el Homo digitalis.
Hasta la próxima.
[1] No es propósito de este post, sumergirnos tanto en esa discusión, pero sin duda es muy facil encontrar diferentes testimonios sobre este tema que son de profunda reflexión y de legitimas simpatías (incluída la mía), uno de ellos es el Proyecto legislativo como Ley Celaá, impulsada por la ministra de Educación y Formación Profesional de España, Isabel Celaá, donde en sístesis pone sobre la mesa, la necesidad de crear un modelo integrado de educación donde podamos sacar lo mejor de ambas realidades presencial y virtual. Para más detelle, ver la entrevista de Jose Ángel Plaza a la Ministra Celaá en: https://retina.elpais.com/retina/2020/05/15/tendencias/1589526067_837410.html, del 16 de mayo 2020.
[2] Elaboración propia (2017-2020), con datos de Statista en https://es.statista.com/estadisticas/1073677/usuarios-internet-pais-america-latina/ Y https://www.saberespractico.com/demografia/poblacion-paises-america-2017/
[3] Ver en https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45360/4/OportDigitalizaCovid-19_es.pdf
[4] Ibid pag. 21
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3 comentarios
Me pareció muy ameno y muy útil para redireccionar los esfuerzos, o para mejor direccionar los esfuerzos en la tarea cada vez más estratégica de las áreas de recursos humanos.
Muy interesante, añadiría que el homus digitalis se halla en la convergencia entre conocimientos especializados y destrezas tecnológicas.
El homus digitalis promueve el cumplimiento de las obligaciones tributarias aprovechando las redes sociales y explota el uso de los smartphones que por el momento son la vía de cierre de la brecha digital.
Bolivia fue pionera en el tema poniendo en vigencia su oficina virtual con operaciones transaccionales en smartphones hace más de cinco años. Pero todavía queda mucho terreno para la innovación.
Corolario, el homus digitalis no evoluciona sino se innova.
Un fraterno saludo
Muchas gracias por sus comentarios, en efecto mucho por hacer.